sábado, 22 de septiembre de 2007

50 años del Camp Nou


¿Qué más voy a decir? El santasanctórum de la religión pagana del barcelonismo; La Meca de los culés que vivimos lejos de la Ciudad Condal y añoramos que llegue algún día en que podamos acercarnos a este coloso, pasear por sus instalaciones, sentarnos en una de sus butacas, y gritar un gol del Barça junto a 98.000 (pronto 104.000) compañeros culés. Hoy el club celebra los 50 años de existencia de su hogar. A la distancia, por supuesto, celebro yo también. El Camp Nou, por siempre, el mejor estadio del mundo.


Los silbidos a Ronaldinho

No puedo opinar sobre el rendimiento en la cancha de nuestro crack brasileño, indiscutiblemente el motor del cambio en nuestro Fútbol Club Barcelona que antes de su llegada se mantenía agarrado apenas con las uñas al borde de un abismo del que parecía no podría salir en muchos años. La maldición de la televisión que me ha caído este año me ha impedido ver los cuatro juegos disputados por el Barça en la temporada; en tres de los cuales, el antes imprescindible Gaúcho se ha marchado del campo con muchos minutos de anticipación al final del partido. Sin embargo, he leído en todos los medios que en todas esas ocasiones, y sobre todo el miércoles ante el Lyon, tan pronto estuvo Ronaldinho acomodado en la banca, el equipo salió de un marasmo de juego y reaccionó positivamente; lo cual no creo que sea tan claramente un "causa y efecto" como podría parecer, pero sí debe significar algo.

Por lo menos, significa que el Dinho no es el jugador decisivo y trascendental de antaño. He leído que más aún, su participación es casi nula (lo que me extraña, porque en el breve resumen del partido de Champions lo vi participar en dos jugadas, la del primer gol y la que le sacaron a Messi de la raya, y en ambas, o fue un espejismo causado por mi ferviente anhelo de ver al Gaúcho reformado, o en efecto lo vi amagando y tirando el pase al milímetro, exactamente como antaño). Pero eso no me extraña tanto, sobre todo porque según quién sea, Ronaldinho juega mejor o peor, dependiendo de si uno es detractor o defensor del brasileño.
Lo que sí me llama la atención es la vehemencia con la que varios autores y comentaristas de los blogs culés, presentes o no en el Camp Nou durante el partido de la Champions, han censurado la actitud de muchos aficionados que esa noche llegaron más dispuestos a silbar al Gaúcho que a celebrar sus jugadas. Se escribió que tal comportamiento de un buen número de los parciales blaugranas es absolutamente censurable, puntuable con un cero, y que en contraposición a lo que algunos suelen pregonar, la hinchada culé es la peor del mundo y sólo genera sentimientos de vergüenza y lástima.


Como siempre, la vida no es en blanco y negro. No es una cosa ni la otra: Ni somos la peor afición del mundo, ni la mejor. No fue la del miércoles tampoco la primera noche en que al menos una parte de los culés le dedicaron a alguno de sus propios jugadores más abucheos que aplausos. No es tampoco una actitud única de la hinchada blaugrana. Ciertamente, no es lo mejor que puede hacer un aficionado: ir al estadio y dedicarse a insultar a un jugador que está en el campo defendiendo sus propios colores. Pero tratándose del futbolista en cuestión de quien se trata, al menos puede uno entender, aunque no compartir, ese comportamiento de unos hinchas.

Venimos de una temporada nefasta, en la que no sólo no se ganó ningún título, sino que tuvimos que soportar, uno tras otro, acontecimientos bochornosos, tanto fuera como dentro del terreno de juego. Para esta temporada, no queremos de ninguna manera volver a pasar por lo mismo. Queremos vivir de nuevo las alegrías que este equipo, con prácticamente los mismos jugadores, nos deparó hace tan poco. Entendemos que la razón por la que la temporada pasada fue tan distinta a la del doblete, tiene mucho que ver con la actitud de muchos de nuestros jugadores, que habiéndonos acostumbrado ya a sus derroches de calidad, de repente se volvieron futbolistas del montón, y peor aún, caídos en la dejadez, como si les valiera un pepino si el Barça gana o no. Y como entre lo que vemos y lo que nos hacen ver los medios de comunicación destaca siempre la colosal figura de la estrella que hace tan poco nos deslumbró y que ahora casi no es ni su propia sombra, al sentir que las cosas este año no están cambiando respecto del pasado cuanto quisiéramos, la emprendemos contra Ronaldinho.

Porque lo que sabemos de él es que es el futbolista mejor pagado del planeta. Sabemos que a estas alturas de su vida, sin haber cumplido 30 años, está forrado en plata y tiene el mundo a sus pies. Sabemos, lo hemos comprobado de primera mano, que sus capacidades como futbolística son extraordinarias. Pero lamentablemente, sabemos que ahora mismo está menos interesado en su trabajo al servicio del Barça que en llevar una vida disipada, de continua fiesta y libación de licor. No sabemos, porque ni él ni nadie nos lo han dicho, por qué Ronaldinho actúa así. Para cualquiera de nosotros, irse de fiesta implica alegría, desentenderse de todas las responsabilidades y abandonarse al placer; y no entendemos por qué diablos el Gaúcho está tan feliz como para parrandear una noche sí y la otra también, si él y el resto del equipo vienen de regalarnos una temporada para el olvido, que nos tiene a todos todavía con los nervios de punta.

Sumémosle a esto la bomba publicada por el diario La Vanguardia, sobre la parranda del jugador a 48 horas del partido en Pamplona, cuando a estas alturas lo que todos esperamos (porque el mismo jugador lo ofreció) es un comportamiento reformado de nuestra estrella, y tenemos ahí el motivo de que el miércoles hubiera gente dispuesta a silbarlo e insultarlo en vez de aplaudirlo como en el pasado.

Me apunto con los que creen que a nuestro equipo tenemos que apoyarlo sin descanso; que si un jugador se equivoca en una jugada, hay que aplaudirlo y tratar de darle ánimos para que en la siguiente ocasión que toque la pelota, lo haga mejor. Pero tampoco me es ajeno el sentimiento del culé que no entiende por qué un tipo que le saca tanto dinero al club no lleva la sangre hirviendo de pasión blaugrana, y en vez de jugarse la integridad física en cada entrada con tal de defender los colores, pierde el balón a cada que lo toca y en vez de correr, camina como si estuviera paseando por el parque. A veces lo he sentido; aunque por lo general, no es así como yo lo veo. Yo no creo que Ronaldinho merezca insultos porque ahora está bajo de forma. Merece ser reprendido si incumple las normas disciplinarias del club y si su comportamiento lo hace bajar su rendimiento, perjudicando así al equipo. Pero, hay gente que ve las cosas desde un punto de vista más extremo que el mío. Y sólo si Ronaldinho les demuestra a esa gente que no es el vagabundo y caradura que ellos creen, logrará acallarlos. El problema es que ni en la cancha ni fuera de ella, el Gaúcho está dando pruebas suficientes.

¿Estampida tras Mourinho?

Leí en el Sport (sí, ya sé que no es la fuente de información más confiable, pero bueno...), que los pesos pesados del vestuario del Chelsea están furiosos por la sorpresiva salida del técnico portugués afecto a Shakespeare. Y que eso podría significar la desbandada de los mejores jugadores que, de la mano de don Pepe, arribaron a Stamford Bridge.

Por supuesto, la única idea que me viene a la mente al leer esta información, es el provecho que el Barça podría sacar de ello. De entre esos jugadores que le den la espalda al magnate Abramovich y empiecen a buscar opciones en otra parte, muchos son totalmente "barceloneables". Sueño desde ya con ver a Txiki Beguiristain y Joan Laporta, o cualquier otro dirigente de nuestro club, hablando (y trabajando) de negociaciones alrededor de un Essien, o un Makelele, o un Lampard, o un Drogba, o un Alex, o un Cech. Muchos de ellos son eso, verdaderos sueños, dada la cotización tan onerosa que los petrodólares rusos les han conferido. Pero, ¿acaso no sería grandioso ver a los dos primeros de mi lista, por lo menos, haciendo su presentación en el Camp Nou con la camiseta blaugrana?

¡Txiki! ¡Joan! ¡Pónganse vivos! ¡Ahí viene un cardumen de peces gordos y hay que tirar las redes!

Fotos: Robadas, como es habitual, sin ningún pudor ni cargo de conciencia, del Sport (www.sport.es).

viernes, 14 de septiembre de 2007

¡Feliz cumpleaños, mi país!

Mañana, 15 de setiembre, celebramos en Costa Rica el Día de la Independencia. Este es, por supuesto, el cumpleaños de la nación. Como es tradición, este día 14 está lloviendo sapos y culebras en mi pueblo (en toda mi vida, sólo una vez, que recuerde, no ha llovido la tarde y noche del 14 de setiembre). Esperamos que la tradición climática se mantenga y tengamos una mañana del 15 bien soleada, para disfrutar de los desfiles... sobre todo, de las bastoneras, je, je, je...


Aunque ya no las dejan vestirse como antes. Lo cual está bien para mi edad actual, ya que tanta colegiala hermosa luciendo falditas que con el baile y la brisa vuelan en todas direcciones, me hacen sentir ya como un cochino degenerado...

Corrijo una omisión imperdonable

Hasta ahora, en todo lo que llevo de hacer el blog no había hecho ni una sola mención al futbolista costarricense que en opinión del pueblo y de los "entendidos", ha sido el mejor de la historia en el país, y que, como no podía ser de otra forma, en la plenitud de su carrera vistió los sagrados colores del Fútbol Club Barcelona. Hablo, por supuesto, de Alejandro Morera Soto.



Claro, a muchísima gente fuera de Costa Rica este nombre no le suena en lo más mínimo. Porque se trata de un futbolista de la época añeja del fútbol mundial. Pero aquí en Costa Rica, todos los días se le recuerda y sobre todo porque el equipo de su vida en el país, la Liga Deportiva Alajuelense, bautizó su estadio con su nombre. Para los que no lo sepan o no lo recuerden, a continuación publico (robada de un sitio de Internet, que a su vez debe haberla "obtenido" de otra parte; aquí todos somos como Robin Hood), la breve biografía de esta gran figura:

El "fenómeno costarricense", así fue bautizado por los periódicos de Catalunya cuando formó parte del Barcelona, ese gran equipo, con el cuál se proclamó campeón en 1934 y fue el goleador de ese certamen.
La carrera de Alejandro Morera Soto fue brillante, por eso le llamaban también "El Mago del Balón" con un pie pequeño, pero potente, que venció a grandes porteros. Con 16 años, en 1925 debuta con la camisa de Liga Deportiva Alajuelense (L.D.A) en la primera división en un partido ante la Sociedad Gimnástica Española. La Plaza Iglesias fue testigo del juego de este talentoso joven, pues cuando jugaba en categoría infantil con los equipos "Italia" y "Gorro Negro" ya destacaba como figura y capitán. Esa calidad innata lo lleva a muy corto tiempo del debut a cruzar las fronteras costarricenses, puesto que en 1927 actuó para el equipo Centro Gallego de Cuba.
Morera Soto fue pieza vital en la obtención del primer campeonato en la historia de Liga Deportiva Alajuelense en 1928. En el último partido ante el Club Sport Herediano, LDA ganó 4 goles por 2 para proclamarse Campeón Nacional, donde Alejandro anotó las cuatro conquistas alajuelenses que le sirvieron para ser el goleador del certamen con 26 anotaciones. Sin duda alguna fue pieza indiscutible del engranaje alajuelense en las giras a México (1931) y Perú (1932) donde recibió numerosos elogios por su actuación, que le va a abrir las puertas para dar el gran salto en su carrera futbolística, Europa, precisamente, España.
El domingo 19 de febrero de 1933 Alejandro Morera partió rumbo a España, donde el empresario Bernal Alonso y el ex jugador de Orión, Ricardo Saprissa, testigos del juego de Morera, depositaron toda la confianza para que fuese a realizar una prueba con el Real Club Deportivo de los Periquitos. El 30 de abril de 1933, vistiendo la camiseta del Real Club Deportivo Infames Periquitos Vendidos al Maligno, Alejandro jugó ante el Real Merengón, dejando muestras de su calidad, al punto que dos cazatalentos del Barcelona lo observaron, y le ofrecieron un contrato por 3 temporadas y una ficha de 200 mil pesetas. Es así como Alejandro Morera, en periodo de prueba con los Pericos, pasa a formar parte del Barcelona con un contrato bastante bueno para los intereses del jugador y asegurar el futuro económico.
Con el Barcelona debuta el 18 de mayo de 1933 contra el Tenerife, en un cotejo que gana el equipo de Catalunya, tres goles por uno, con dos anotaciones del costarricense, que acapara elogios para ser denominado la estrella del club catalán. Ese mismo año, en setiembre, Alejandro juega ante el Maligno, donde perfora la meta del considerado mejor portero del mundo de ese entonces, Ricardo "Divino" Zamora; sin embargo eso no fue suficiente y el Barcelona perdió el cotejo dos goles por uno. Al finalizar el contrato con el Barcelona, Morera tenía un título de campeón y de goleador (1934).
Aunque la gente del club catalán no quería que se marchara, se dio su traspaso al Hércules de Alicante, recién ascendido a la primera categoría. En la primera campaña del Hércules en la primera división española, contando con los servicios de Morera finalizó en la segunda posición, pero la guerra civil que se dio en esa nación obligó al costarricense a regresar a nuestro país. El conflicto estalló cuando "El Mago" viajó por Europa con sus ex compañeros del Barcelona y grandes amigos de toda la vida: Emil Berkessy y Mario Cobanés. Regresó a España pero no pudo retirar los ahorros del Banco, por lo que escondió en un baúl el poco dinero que le quedaba; sin embargo a la hora de abordar el barco para salir de España, el baúl quedó atrás. Ante la necesidad de regresar al país y sin dinero, Morera jugó dos partidos con el equipo francés Havre para poder regresar a su querida Alajuela. "Regresó un 2 de noviembre de 1936, era un día de difuntos pero aquí fue un día de fiesta. Toda la gente se volcó a esperar a Alejandro, se cambió por completo el día dedicado a los difuntos" recuerda su esposa Julita el retorno de Morera.
Ya en Costa Rica continuó la brillante carrera futbolística con Liga Deportiva Alajuelense, a la que guía a otro campeonato nacional, en 1939, marcando en el juego final ante Herediano tres anotaciones. En 1941 celebró nuevamente el campeonato en la función de jugador y técnico, donde además el cuadro alajuelense estableció un récord, al ganar el título en forma invicta. Alejandro Morera celebra el último título de campeón como jugador con el equipo de sus amores en 1945, además también cumplía las labores de director técnico. Con los tacos y la vestimenta rojinegra, prosiguió hasta 1947; el 6 de abril ante el Municipal Lima se retiró como jugador activo, pero continuó como entrenador hasta el 7 de marzo 1949. Alejandro Morera Soto nunca se desligó de la institución a la que siempre brindó ayuda y colaboración.
Hoy tal vez lo recordamos por un hecho: el estadio de Liga Deportiva Alajuelense, lleva su nombre, el del Mago, quien partió de este mundo el 26 de marzo de 1995, pero también su corazón esta aquí, en la gradería de sombra este, donde se construyó un mausoleo para rendir tributo al más grande futbolista de LDA. Ingresó a la Galería Costarricense del Deporte en 1969, siendo del primer grupo de deportistas costarricenses que recibieron este homenaje.

De ahora en adelante, este blog está dedicado a la memoria del único jugador costarricense que actuó en defensa de los colores del F. C. Barcelona, y con enorme gloria y honra, como indica su historia. Quién sabe cuántos años más tendrán que pasar para que veamos a otro futbolista de este país seguir los pasos del Alejandro Magno del fútbol tico. Por lo pronto, su recuerdo basta y sobra.

Fotos: Robadas sin ningún pudor ni cargo de conciencia de Costa Rica Guide (www.costa-rica-guide.com), Wikipedia (www.wikipedia.com), Zona12.com (www.zona12.com), Naranjo.co.cr (www.naranjo.co.cr).

sábado, 1 de septiembre de 2007

Se fue "el alma de la fiesta"



¡Gracias, Atlético! Lo digo yo, no él. (Foto robada de El Mundo Deportivo - www.elmundodeportivo.es)

Una imagen que las discotecas y chiringuitos de playa de Barcelona lamentan. Por su parte, los empresarios del ambiente nocturno de Madrid se frotan las manos. Y dudo mucho que a los aficionados colchoneros les brinde tanta alegría la llegada de Thiago Motta como alivio a los culés que vemos en él el ejemplo clásico de futbolista al cual el club le tiende la mano y termina agarrando hasta el codo.

Al igual que Saviola, por mucho tiempo vi en Motta a una gran promesa para el Barça, un jugador capaz de seguir la senda de los grandes canteranos (Guardiola, Xavi, Puyol, Valdés, Iniesta, Messi) y de los excelentes jugadores venidos de otras tierras que dejaron y siguen dejando patente su calidad en el Camp Nou (Stoichkov, Ronaldo, Ronaldinho, Larsson, Eto'o). Queda clarísimo que en ambos casos, estaba engañado y totalmente equivocado. Quizás a Saviola le pueda perdonar su escaso aporte atribuyéndoselo a su notoria falta de condiciones físicas y técnicas, y a su propia falta de ambición (en su última temporada, se vio perfectamente que al tipo le daba igual jugar, estar en la banca, permanecer en la grada, quedarse, irse, que lo quisieran o no; lo que no se le vieron fueron ganas de triunfar en y para el Barça).

Pero a Motta, dotado de fenomenales condiciones físicas, criado en el país donde la buena técnica futbolística es el valor supremo (Brasil, por supuesto), y formado en la misma escuela, La Masía, de donde han salido y continúan saliendo futbolistas de calidad estratosférica, no se le puede disculpar que haya dilapidado su carrera en el Barça al punto de tener que salir por la puerta de atrás cuando ya se había convertido en una verdadera lacra para el equipo. Por supuesto, mucha de la culpa por su falta de continuidad y la imposibilidad de que se convirtiera en la estrella del equipo a pesar del apoyo y la preferencia del propio técnico Frank Rijkaard, la tuvieron las lesiones, que lo castigaron sin piedad varias veces. Pero eso, si acaso, es el 50 por ciento de la causa. El otro 50 por ciento, por supuesto, es la falta de disciplina y profesionalismo del propio jugador.


Caipirinha. ¡Mmmmm! Se me antoja. Pero yo no soy futbolista. (Foto robada de Wikipedia).

Su desmedida afición por las fiestas, en la que ha coincidido con Ronaldinho, un cojo al que empujó y ambos cayeron. Su escapada de un entrenamiento y varios días sin que nadie supiera de él. Muchas otras veces en que fue una sombra de futbolista en las prácticas, y en el campo, un peso muerto que si acaso servía para repartir patadas entre los rivales. Alguna vez jugó bien, hay que decirlo para ser justo hasta con el diablo. Pero en términos generales, igual que Saviola, su paso por el Barça fue un rotundo fracaso. Una lástima, porque de haberlo querido, de haber sentido pegada al pecho la camisa blaugrana, habría sido uno de nuestros ídolos. Sin embargo, prefirió otro tipo de vida, escogió ser otra clase de persona, la que tras de que debe, cobra; porque se ha marchado hablando pestes del club. Qué alivio que se fue. Ojalá que nadie le haga el relevo en su posición de "alma de la fiesta" dentro de la plantilla culé...

En cambio, mirá qué diferencia


Xavi, en un entrenamiento. El el campo, no "en el gimnasio", como ciertas vacas sagradas. (Foto robada de la web oficial del club - www.fcbarcelona.com)

Congratulémonos también, pero por una razón diametralmente distinta. Xavi llegará este domingo ante el Bilbao a su partido número 250 con el Barça. No es poca cosa. La cantidad de partidos, de los cuales la inmensa mayoría han sido como titular, es notable; pero aún más admirable es la excelente calidad futbolística que este jugador ha derrochado desde el mismo primer día en que lo vimos formar parte del primer equipo blaugrana, por decisión del Amo de la Libreta, Louis van Gaal. Además, de Xavi podemos decir sin temor a equivocarnos, que el F. C. B. no es sólo el club que le paga el salario, sino su casa, el lugar donde está su corazón.

Un jugador de tanta clase sí merece de nosotros, los hinchas culés, todo el apoyo y la admiración que podamos tributarle. Cierto, la temporada pasada su rendimiento fue de regular para abajo; algo totalmente anormal en él, uno de los cinco mejores centrocampistas del mundo (escoja Usted, amigo(a) que me hace el favor de visitarme, a los otros cuatro; escoja a los que le dé la gana, que para completar a los cinco mejores, siempre tendrá que contar con Xavi o yo sentiré lástima por Usted). Pero ¿acaso el de cualquier otro jugador de la plantilla fue mejor? Para esta temporada, creo firmemente que podemos contar con el regreso del mejor Xavi que hayamos visto: para mí, el que torpedeó y hundió la carabela blanca con su gol de vaselina, y dos clásicos después, jugándose un partido sublime, una exhibición de fútbol, cuyo video podría servirle a jugadores como Guti (¿ya para qué?), Gago, y cómo no, Motta, de lección sobre lo que debe ser un verdadero centrocampista...

Felicidades Xavi en tu partido 250. Felicidades Barça por semejante jugador. Felicidades culés: Estamos sobrados de ídolo. ¡Visca Barça, visca Xavi!

miércoles, 29 de agosto de 2007

Todos de luto

Antonio Puerta
1984-2007
Chaswe Nsofwa
1979-2007
Anton Reid
1991-2007

lunes, 20 de agosto de 2007

F.C.B. 2007-2008: Esperanzas renovadas

Bonita la copa ganada en Munich. Se parece a La Orejona que, según esperamos los culés, Xavi y Dinho volverán a levantar al final de esta temporada. (Foto robada de Sport - www.sport.es)

Ahora sí, toca escribir ante la inminencia del inicio de la actividad oficial del Barça en esta nueva temporada, en la que todos confiamos que las cosas salgan de manera diametralmente opuesta a lo que fue la anterior —sobre todo a partir de diciembre.

Y me alegra escribir sobre este nuevo ejercicio blaugrana porque siento que, sin haber recurrido a una dramática revolución en el plantel (lo que hubieran querido los enemigos del Barça), sí se hizo durante la pausa veraniega un buen esfuerzo por reordenar la casa, apuntalar los puntos débiles del equipo y poner en guardia a los que se sienten las vacas sagradas del Camp Nou; todo ello muy necesario de cara a una temporada que se anuncia durísima, tanto a nivel doméstico como continental, con muchos rivales armados hasta los dientes y muy poco deseosos de ver al Barça otra vez en la cúspide del fútbol mundial.

Me complace sobre todo (y espero que en las próximas horas la situación no cambie) que no se haya obedecido a aquellos cantos de sirena que proclamaban la salida de alguno de los jugadores referentes del equipo y hasta del propio Frank Rijkaard; algo que le vendría magnífico a todos aquellos que por una u otra razón tienen interés en que el proyecto laportista se debilite en vez de consolidarse. Muy bueno que siga Rijkaard, tanto porque su filosofía futbolística responde a las expectativas que los culés tenemos de nuestro equipo, como porque de sus declaraciones se echa de ver que el hombre identificó perfectamente el conjunto de males que nos hundió la temporada pasada y viene con la intención de que no se presenten de nuevo. Igual de bueno que continúen las grandes figuras de nuestro vestuario (Eto’o, Deco, Ronaldinho, Messi, Iniesta, Xavi, Puyol, Valdés...), a pesar de que aún a estas horas se sigue ventilando en los medios las necias palabras de un montón de majaderos, que siguen afirmando que las contrataciones por parte de otros clubes de algunos de estos futbolistas están ya a punto de concretarse… No obstante lo cual, los tipos siguen en Can Barça porque todavía tienen mucho fútbol que entregarnos y esta temporada, con más suerte y trabajo que la pasada, los veremos nuevamente entronizados en el Olimpo futbolero.


Milito, Touré Yaya, Henry y Abidal. Bienvenidos, amigos. (Foto robada de Sport - www.sport.es).


Y miel sobre hojuelas que han llegado nuevos jugadores para reforzar los departamentos en que se flaqueó considerablemente en la pesadilla de temporada pasada, y de paso para reavivar en aquellos jugadores que lo habían perdido, el deseo de trabajar a diario para alcanzar su máximo rendimiento y ser artífices de los triunfos del club —teniendo como única alternativa, el seguir sumidos en la molicie y sufrir largas estadías en la banca o en la gradería. Milito, Touré Yaya, Abidal y sobre todo Henry, traen en sus botas el potencial para relanzar al Barça a las máximas alturas de la competición local y europea, con la imprescindible colaboración, claro está, de nuestros consagrados ídolos, y posiblemente, de los dos canteranos que ya están en sazón de entrar muy a menudo en las convocatorias de Rijkaard: Dos Santos y Bojan, un par de prodigios que en otras partes no consiguen reunir ni derrochando dinero a manos llenas.

Tengo esperanzas renovadas, pues, con este Barça ya que tras el infernal varapalo en Getafe de la campaña anterior, había quedado convencido de que nuestros jugadores estaban abandonando al club a su suerte, ansiando largarse para esos otros lugares donde supuestamente les pagarían más dinero, y que dentro del grupo técnico y administrativo de la institución estaban todos desquiciados y no quedaba nadie con la suficiente capacidad mental y cojonística para enderezar el rumbo. En aquel momento y por espacio de varias semanas, me habría complacido que el Barça aceptara las ofertas y recibiera unas cuantas sacas de billetes a cambio de los jugadores que en la noche maldita del Alfonso Pérez se cayeron estrepitosamente de mi Panteón particular; pero ahora, sólo espero que de las botellas de whisky y caipirinha vacías emerja para todos los jugadores del plantel blaugrana el espíritu del trabajo honesto y el hambre de triunfos que se les quedó olvidada en la habitación de hotel en Tokio. El año promete, culés; confiemos en que no se quedará en las promesas...

EL CRITICÓN

Baltasar Gracián, autor de El Criticón. (Foto, digo, imagen robada de Wikipedia).

Aprovecho para inaugurar mi sección de ENCUESTA (¡no dejés de votar: a mí sí me importa tu opinión!), y además, EL CRITICÓN, un rincón de mi blog en el cual pienso desatar al amargado ogro que llevo dentro para que descargue sus mofas y críticas sobre todo aquello en el mundo del fútbol que me parezca verdaderamente malo y ridículo. Que para referirme a todo lo que me parece verdaderamente bueno y sublime, o sea el Barça, está el resto del blog.

1) Liga Premier Inglesa: No todo lo que brilla es oro

Hace poco leí que de acuerdo con la “premonitoria” opinión de algún gran entendido futbolero, está cerca el tiempo en que la Premier League de Inglaterra ejercerá la hegemonía en el mundo del fútbol, gracias a que, a través del dinero de sus acaudalados mecenas y poderosos patrocinadores, acaparará la totalidad del mejor talento disponible en el mercado futbolero mundial, hasta llegar al punto en que ligas como la española y la italiana parecerán, en comparación, de tercera división.

Pues, ojalá gocemos todos de una larga vida, pero creo que ni así llegaremos a ver ese día; porque mientras el fútbol inglés siga siendo lo que fue este fin de semana, siempre habrá otros lugares a los cuales los hambrientos de buen fútbol podrán acudir para resarcirse del insípido y decepcionante menú del balompié de La Vieja Albión.

Y es que, visto lo ofrecido en los clásicos Man. City vs. Man. United y Liverpool vs. Chelsea, si estos tres últimos equipos de veras son, según la grosería de sus inversiones en fichajes, de lo mejorcito que tiene el fútbol mundial, encendamos todas las alarmas ante el calamitoso estado en que se encuentra nuestro deporte favorito… Pero calma hermanos, que el fútbol no está en ruinas como el Tour de Francia; al menos no todavía, que aún podemos distinguir entre dos equipos (el de Anfield Road y el de Stamford Bridge) que todos los años tiran la casa por la ventana para seguir jugando al patadón (a la pelota y a la humanidad del rival) y cualquier otro equipo donde se mantenga la idea de que el fútbol se juega con el balón al pie y los jugadores luciendo su talento para deleite de los aficionados; sea, que todavía podemos seguir imaginándonos el fútbol como una fiesta a la cual los invitados llegan a lucir sus mejores galas, y no como una guerra donde gana el que arroja más morteros sobre el trasero de su enemigo.

La opinión de los que idolatran la Liga Premier, según lo que he leído, se basa en argumentos como que ahí no hay jugadores que se esconden, que todos los equipos van siempre de frente y con la mentalidad de ganar, y que el ambiente que se genera en los estadios no tiene comparación en ningún otro lugar del planeta. Todo eso es cierto, y muy bueno; pero yo seguiré cambiando de canal en tanto haya otros sitios en el mundo en que el fútbol sea algo más: porque correr, empujar, patear el cuero hacia delante y gritar lo puede hacer cualquiera, pero el fútbol que a mí me gusta, el fútbol sabroso aderezado con filigrana y gambeta, sólo lo juegan los auténticos cracks.

Que es, precisamente, de lo que están más bien escasos estos equipos ingleses tan espléndidos a la hora de fichar, pero tan avaros a la hora de jugar. Ahí es donde yo me pregunto: ¿De qué sirve tanto dinero si al final no conseguís armar el mejor equipo disponible? Porque puesto en el lugar de Sir Alex Ferguson, yo me estaría arrancando el pelo de la desesperación al ver cómo tras gastar 100 millones en fichajes, el equipo pierde 7 puntos de 9 posibles por no tener a un verdadero centrodelantero que defina las jugadas que no puede definir Carlos Tévez con su 1,70 de estatura ni mucho menos esos ilustres desconocidos llamados Nanni y Anderson, más preciosos que el pequeño Buda pero, al menos por ahora, totalmente incapaces de justificar con goles los abundantes cacareos que de ellos se han hecho. Y ni qué decir del Liverpool y el Chelsea, otros que cuentan sus goles con los dedos de la mano, aún con sus groseramente opulentas plantillas, y que al enfrentarse nos “obsequian” un partido horroroso, donde las únicas “emociones” las produjeron el sinfín de remates volando en todas direcciones, menos hacia el interior de las porterías, y la patada a mansalva que le estampó Frank Lampard a Xabi Alonso. Clo, clo, clo, clo; sigan cacareando, pero esos no son los mejores equipos de fútbol del mundo.

Qué va, yo no pongo en ningún pedestal ese fútbol inglés. Lo seguiré viendo, porque tiene sus ratos buenos y no quiero perdérmelos; pero, de seguro continuarán haciéndome pensar: ¡Qué bien juega el Barça!

2) Los payasos son para reírse

Desde Tokio hasta Los Ángeles, desde Helsinki hasta Buenos Aires; por todas partes en el mundo del fútbol resuenan los ecos de las carcajadas que ha provocado el debut casero del defensa central más caro de la temporada, el tal Pepe. Pero en ninguna parte resuenan con más fuerza que en el interior de las cabezas de Calderón, Mijatovic y Schuster, quienes pueden ir haciéndose a la idea de que, a ellos también, les metieron gato por liebre (como si no fuera suficiente con que ellos mismos se hayan metido un infame Conejo). A duras penas se zafaron del gordinflón Cassano; todavía no se han librado de Emerson y Cannavaro; y ya tienen un nuevo agobio, otro que cobra como desgraciado y rinde como desgracia. ¡Buena suerte, pendejos, que otra vez la van a necesitar! Que ni siquiera pueden pedirle consejos a Monchi el sevillista, porque éste ya hizo su agosto con ellos y no les atiende más llamadas…

viernes, 22 de junio de 2007

NO SE RÍAN, ES CIERTO: ¡EL BARÇA FICHÓ A "TITÍ"!

Qué dicha que el varapalo anímico del fin de semana pasado se ve millonariamente compensado con la noticia de este viernes: Por fin, el largamente anelado fichaje de Thierry Henry es una realidad. El legendario número 14 blaugrana, alguna vez de Johan Cruyff, lucirá de nuevo en la espalda de un crack legendario, de los que dentro de muchos años seguirán siendo recordados como uno de los héroes del mejor fútbol mundial.
Claro, igual que el fulano al que en esta foto saluda: Un tal Ronaldinho, quien lleva varios meses desaparecido de Can Barça y en ese tiempo ha sido sustituido por un androide, físicamente muy parecido (un poco más ancho de cintura, eso sí), pero que en calidad futbolística no le llega ni a los tobillos al verdadero Gaucho. Enhorabuena: Parece que el auténtico dentudo ejecutante de espaldinhas y elásticas está de regreso en la Ciudad Condal y dentro de poco veremos al androide camino de la planta de reciclaje de chatarra.

El ojo del tigre. Si hay un jugador a nivel mundial al que cualquier defensa y portero al mismo tiempo sueña y teme enfrentar, porque representa un reto semejante a escalar el Himalaya, ese es Thierry Henry. No sólo es un romperredes, un tipo que mete el gol como sea, de cabeza, de chilena, de palomita, de taco: es tan peligroso a cuarenta metros del arco como dentro del área chica; mide 1,88 y es capaz de serpentear entre los defensas rivales; es un jugador que a cada que toma el balón, arranca la exclamación de fe de su fanaticada y de angustia para sus contrarios. ¡Gol de Henry! Vamos calentando la garganta, culés. ¡Ujum! ¡GOOOOOL DE HENRY!

Amigo del buen fútbol. El balompié, como la cocina. Siempre lo digo. Cualquiera de nosotros puede invitar amigos a su casa y hacerlos comer pizza de ayer recalentada en el microondas. Pero para probar delicatessen, sólo encomendándose a un buen chef. Y entre los jugadores actuales del Planeta Fútbol, Titi es de los que más maravillas saben hacer con la pelota. Nada que ver un delantero que trata de meter el balón en el arco rival a empellones, con uno que la convierte en serpentina y la pone a conversar con las piolas desde un ángulo imposible, con un toque de mago o un tiro de cañón. Titi además, fuera del área le roba la cartera a cualquier línea defensiva con un pase filtrado, un remate dirigido como con láser o un centro colocado como con GPS. Sigamos calentando. ¡Qué jugada del carajo hizo Henry! ¡Uh, qué golazo! Ujum. ¡GOLAZOOOO!

Alegría para el pueblo. Damos por descontado que la camiseta blaugrana que dentro de pocos días se enfundará Titi en sustitución de la del Arsenal que luce en esta foto, tan pronto salga a la venta será la sensación. Y es que esta es la clase de jugador que arrastra las masas al estadio, que nos impide quitar los ojos de la pantalla, que cada vez que toca la pelota esperamos ver sacar un conejo de la chistera. Que con sus goles y jugadas espectaculares nos deja de buen ánimo para toda la semana. Es de la clase de jugadores a los que la afición siempre les da la bienvenida. Sobre todo, los aficionados que sentimos al fútbol como la mitad de nuestra vida, los de los estratos "medios" y "bajos" de la sociedad, que no tienen plata para pagar una sesión en un spa pero se paran frente a cualquier vitrina y en un par de horas, gracias a ídolos como este, liberan la tensión de toda la semana. Y partido a partido, gracias a ídolos como este, renuevan su pasión futbolera.

Próxima escena más repetida en Barcelona: -"Chaval, ¿tú cuál quieres comprar?" -"¡Quiero la de Henry!"

Fotos: El Periódico de Barcelona.

lunes, 21 de mayo de 2007

La hora de la verdad


Como en las corridas de toros, casi al final hemos llegado al momento que por sí solo significa la gloria o la derrota.

Por supuesto, lo que define la faena como buena o mala es todo lo que pasa antes. Ningún matador ha salido en hombros y por la puerta grande si a pesar de liquidar al toro no le sacó buenas suertes antes. Y sin embargo, la bestia derribada en su último aliento le entrega al torero la certificación de su victoria. Al fin de cuentas, para todos los efectos prácticos, superar al rival es la gloria; la belleza, el arte, el espectáculo, son ingredientes que agregan sabor, pero si no se supera al rival, no valen nada.

El fútbol no es como los toros; aquí no se va a morir nadie. Pero se asemeja en que la victoria está reservada sólo para uno. No para el que se la merezca, sino para el que la consiga primero, en este único e irrepetible instante que ya ha llegado.

El momento supremo. Dar la estocada o caer. Veremos quién es quién.

Por cierto, no me gustan las corridas de toros. Que las hagan como en Costa Rica, en que la gente entra al ruedo sin ninguna protección para enfrentar a un toro en plenitud de condiciones, porque aquí no les ponen banderillas, ni los hacen correr hasta que se agotan, ni los drogan. Despójense de capa y traje de luces, matadores, montón de chulos, y vengan a torear a la tica, si son tan valientes...

viernes, 11 de mayo de 2007

Cuando ya nada queda

Cuando uno se abandona, y se permite a sí mismo caer en una situación en la que paulatinamente lo va perdiendo todo, una de las últimas cosas que pierde es el decoro.

El decoro, eso que por ejemplo, nos hace ruborizarnos cuando nos apenamos de lo que acabamos de hacer o cuando recibimos un piropo demasiado elogioso, es el umbral que cruza la gente decente para convertirse en sinvergüenza; y también, el umbral que cruza la gente respetable para convertirse en un hazmerreír.

Es que el decoro es el sentimiento que nos obliga a hacer lo correcto, lo que es nuestro deber, no tanto para alcanzar la satisfacción de haber hecho lo correcto, sino para evitar HACER EL RIDÍCULO. Que al fin y al cabo, siempre la voz de los demás resuena con más intensidad en nuestro ego que la de nuestra propia conciencia, de manera que nos cala más hondo el escarnio o la censura del público que la autocomplacencia por lo que hemos hecho.

Pero cuando se pierde hasta el decoro, se llega a estar más allá del bien y del mal, porque ya no nos importa quién nos mire, nos critique, se burle o si habrá alguien que nos elogie por lo que hicimos; ya ni siquiera tenemos real conciencia de qué estamos haciendo y si eso es lo que debemos hacer: vamos a lo nuestro, a lo que en el momento nos interesa, lo hacemos porque sólo eso nos da la gana, y los demás que se jodan. A la mierda el que resulte afectado por lo que hacemos o dejamos de hacer. Sin decoro, habiendo perdido antes todo lo demás, ya no nos queda nada; porque aún los criminales, que han perdido todo respeto hacia otros, y los payasos, que se han despojado de su orgullo y aceptan la risa de los demás, por decoro se cubren el rostro con un pasamontañas o con maquillaje, para que al menos la gente no vea quiénes son realmente mientras hacen lo que hacen.

Pues bien, el grupo de jugadores y técnicos del Fútbol Club Barcelona de la temporada 2006-2007, un buen día o mejor dicho, noche de mayo decidió salir al campo única y exclusivamente para obsequiar a sus aficionados (los fieles, los críticos, los fanáticos, los excépticos, todos los que cada vez que pueden se visten, llenos de orgullo, con la sagrada camiseta blaugrana) la peor humillación futbolera de su vida. En su mente, ese grupo de jugadores y técnicos tenían la impresión de que estaban haciendo otra cosa, porque resulta que ahora esos tipos, que en esta temporada ya han perdido todo lo que disputaron y hasta lo que se ganaron en muchos meses de duro trabajo y buen fútbol, ya hasta han perdido el decoro.

Aunque más les hubiera valido quedarse en casa, organizando una fiestaza de esas que tanto les gusta, decidieron salir al campo no a jugar al fútbol con la dignidad, la nobleza y el esfuerzo que la institución y sus salarios obligan, sino a hacer calistenia y a ponerse en manos de sus rivales para que éstos hicieran con su reputación lo que quisieran. Al otro lado del espectro, el Getafe, un club minúsculo, un grupo de jugadores muy discretos, pero con decoro, no salió a cumplir un trámite, sino a ganar, para defender su orgullo y retribuir como se debe el respaldo de sus aficionados (aunque sean éstos en su mayoría, hinchas de otros clubes de su ciudad disfrazados de azulones). Y lo que se produjo no fue un milagro, sino justicia. Cada quien recibió su merecido. Los unos, la gloriosa victoria de su vida; los otros, la vergüenza y el ridículo.

Después del partido, aquéllos se pavonean por doquier, con todo derecho puesto que se lo ganaron con creces. Éstos en cambio, muestran o fingen dolor y desesperación, pero son como el personaje del cuento de la lechera, que lloró a moco tendido sobre la leche derramada en el camino: ¿ya para qué? Peor aún, son Boabdiles que lloran como mujeres lo que no supieron defender como hombres. Lo malo del caso, mejor dicho, lo malo entre lo peor del caso, es que ya no puede uno creerles esas caras largas y lágrimas de cocodrilo. Siguiendo su costumbre de esta temporada, prometen cambio y mejoría, cuando en ningún modo reaccionaron mientras los azulones les pasaban por encima como los elefantes de Aníbal; ¿cómo esperan que uno les crea que "ahora sí"? Si lo que prometieran fuera quedarse "a entrenar" en el gimnasio, actuar en más comerciales o beber más licor, todo a cambio por supuesto de más y más dinero, sí podría uno darlo por descontado. Pero cuando hablan de sentir vergüenza, de respeto por la institución y de ganas de trabajar y superarse, puede uno reír a carcajadas o llorar a mares, según se prefiera. Pero darles crédito a sus palabras, ya no más. Sus acciones de toda esta temporada y en el partido de Getafe como broche de oro, han hablado por ellos con total elocuencia.

Podemos perdonarles las derrotas, pero no podemos perdonarles que hayan perdido el decoro. Si su intención es salir al campo a dar lástima, que lo hagan si les da la gana, pero que por lo menos tengan la decencia de no enfundarse los colores blaugranas. Si su deseo es ser vagabundos e inútiles, que lo sean si les da la gana, pero que lo reconozcan virilmente y lo anuncien para que sepamos a qué atenernos. Si ya no quieren trabajar, no trabajen, pero lárguense del Fútbol Club Barcelona y no nos sigan estafando, pagando nuestros aplausos con vergüenza y haciéndonos quedar como tontos por apoyarlos; que al menos yo me siento como un verdadero estúpido por haber venido hablando durante meses en favor del grupo de jugadores y técnicos que unos pocos días después de mi cumpleaños me regalaron la humillación futbolera más grande de mi vida. Lo mismo que han hecho ellos toda la temporada, ahora yo me desentiendo de todo y lo próximo que se leerá de mí en mi propio blog será lo que comente después de la presentación del proyecto culé para el 2007-2008, que con el proyecto actual ya no tengo nada más qué decir. Ojalá ellos de veras sintieran la vergüenza que los culés sentimos y en cinco partidos hicieran todo el trabajo que no han hecho desde agosto, para así ganar la Liga, que no es poca cosa. Pero si no, qué más da, ya lo peor que podían haber hecho lo hicieron. Al carajo todo.

jueves, 26 de abril de 2007

El acordeón de Liga


Lo que convierte la presente Liga en la pesadilla perpetua del culé, es que la diferencia de puntos entre el Barça y los segundones lleve el ritmo del acordeón. Estira, encoge, y con cada movimiento, sigue la canción de unos y otros.

Un punto de diferencia: Fin de ciclo en el Barça, se va una de las figuras (ayer Ronaldinho, hoy Eto'o, ¿mañana Puyol?), Rijkaard está perdido, Iniesta es pésimo, Laporta dimisión, el Sevilla es el mejor equipo del mundo, el Madrid está para ganarla en la última fecha, el Valencia es poderoso...

Cuatro puntos: El Barça está de vuelta, golpe a la Liga, revive el Círculo Virtuoso, el Sevilla con vértigo, Capello vete ya, Turienzo es el verdugo, fracasa el Valencia...

Si la diferencia de puntos fuera un colchón, como el año pasado, a estas alturas estaríamos yaciendo plácidamente sobre él, apenas a la espera de que en un par de semanas las matemáticas dictaran su sentencia: Barça campeón, y últimos dos o tres partidos con paseíllo incluido.

Pero es un acordeón, y su sonido, sobre todo cuando se encoge, en vez de ser una música de fiesta, para muchos de nosotros es ya un ruido infernal que nos tiene con el ánimo por los suelos.

Al menos así es para los culés que como yo, nos hicimos de expectativas estratosféricas para esta temporada. Como yo, allá por agosto más de uno veía ya colocadas en las vitrinas del Camp Nou todas las copas que al equipo le tocaba disputar; más de uno anticipaba un plus de alegría y paz interior para Navidad y Año Nuevo por causa del fútbol blaugrana; y más de uno se imaginaba que en Semana Santa el Vía Crucis sería para los otros y la Gloria para los culés.

Quizás ahí está la explicación para todo lo que hemos vivido en la temporada que ya entra en su recta final; o más bien casi todo, porque las infaustas lesiones de Eto'o y Messi son cosa aparte. Tanto altibajo culé sería consecuencia de la soberbia y el narcisismo con que decidimos encarar el ciclo 2006-2007, después de dos años de dominio brutal en la Liga y un año arrasador en Europa en que devastamos Germania, Britania, el norte de Italia y rematamos conquistando la capital de las Galias casi al estilo Julio César (un poco menos que vini, vidi, vinci). Tan seguros estábamos de nuestro poder, y tan enamorados de nuestro equipo a causa de engullir cuanto piropo nos lanzaban los otros, que de antemano asumimos que cualquier rival sería muy inferior y que cualquier partido estaría ya ganado "sin bajarnos del autobús".

Viéndolo ahora desde la llanura, adonde nos bajaron los acontecimientos desde el Olimpo donde nos jactábamos de estar, semejante actitud era de por sí nociva para los aficionados (sobre todo para los que ahora sufrimos puyas constantes y la continua pregunta de "¿no era que el Barça ganaba todo y caminandito?"), pero fue fatal para los técnicos, jugadores y directivos, quienes lamentablemente, todo indica que también se contagiaron de ella. Ojalá hubiéramos tenido algún amigo de verdad para recetarnos a cada uno un par de bofetadas a fin de que despertáramos a la realidad; así habríamos tomado conciencia de que, como en cualquier cosa en la vida, nada es un lecho de rosas sino que para triunfar es imprescindible someterse al esfuerzo continuo por mejorar, por superar lo ya hecho, y sobre todo ser humildes, para mirar a los rivales como iguales y capaces de arrebatarnos la gloria para disfrutarla ellos.

Si este acordeón liguero es el castigo a nuestros pecados capitales, terminemos de soportar los últimos siete suplicios de la manera más estoica posible, porque los merecemos. Y tengamos fe en nuestro equipo, que todavía no es demasiado tarde para que ellos se sacudan de los vicios (literal y figuradamente dicho) que les han impedido dar el 100 por ciento de sus capacidades y que, por ejemplo, provocan los hundimientos anímicos y futbolísticos tan lastimeros en que cae el equipo tan pronto el rival anota un gol, por más malo que sea. Sobre todo, prestemos oídos sordos a los cantos de sirena provenientes de la capital del reino, con los cuales nuestros enemigos pretenden hacernos creer que el Barça está perdido y que su fabuloso proyecto del Círculo Virtuoso está inevitablemente en camino de acabar como cierto proyecto muy cacareado de metrosexuales, gordos y fanfarrones del que ahora mismo, sólo unos cuantos chinos extraviados recuerdan con infinita nostalgia...


(Fotos: Wikipedia).

viernes, 20 de abril de 2007

QUÉ GOL DEL CARAJO

Qué más voy a decir del gol de Messi... Mejor verlo de nuevo y escuchar la narración tal y como yo la escuché, a través de Catalunya Radio por Internet...

Confieso que al escuchar la transmisión no comprendí a qué venía tanta euforia. No fue sino hasta en la noche, que pude ver el resumen en las noticias y ahí sí, no pude menos que mandarme la exclamación que le da título a este post.

Justo cuando afirmé, en mi post anterior, que de aquí hasta el final de temporada, los culés tendríamos que conformarnos con los recuerdos del mejor fútbol blaugrana, llega Messi con la repetición del gol de Maradona de hace dos décadas... ¡Ah, sí! Y de paso, el Barça le dio una paliza al Getafe, nada menos que 5 a 2, para taparme la boca, ya que dije que de aquí hasta junio, goleadas del Barça veríamos los culés sólo en sueños...

Este gol, y en general este partido, es lo que yo llamo fútbol delicatessen, un auténtico manjar en esta temporada en que los culés la gran mayoría de las veces que nos hemos echado las manos a la cabeza ha sido de desesperación y no de admiración... Disfrutemos del momento, que un gol así en el Camp Nou quizás tarde muchos años en repetirse...

(O quizás no...)

Tomen por la madre todos los enemigos del Barça y del fútbol delicatessen... Como Schuster, quien en el colmo de la mezquindad le negó una palabra de admiración a Messi, y el jugador del Villarreal que ayer vi en las noticias (no recuerdo el nombre, en fin, que sólo lo conocerá la puta que lo parió), quien dijo que ellos, los del "Submarino Amarillo", no van a ser tan buenos ni tan gentiles con Messi y ofrecieron pararlo de la misma forma que Schuster sugirió que sus pupilios debieron haber empleado: las patadas tan pronto tenga el balón... Pues sí, como siempre: la violencia, el último recurso del incompetente.

¡VISCA BARÇA! ¡CAMPEÓN DE LIGA Y CAMPEÓN DE COPA!

lunes, 16 de abril de 2007

De rebote, ¿y qué? Ganar es ganar

Si en el fútbol los tres puntos se repartieran según los méritos de cada equipo, en el Barça-Mallorca se debió haber dado uno a los rojillos por su estoicidad, otro a los blaugranas por su suerte del campeón, y el tercero debió restárseles a ambos por la escasa calidad futbolística que demostraron.

Es cierto, el juego fue más bien malo. El Barça no estuvo a la altura de su fama, y el Mallorca renunció a ganar después de tener su chance en el penal (por cierto, cada vez se ven y se oyen menos detractores de Víctor Valdés... qué curioso, si según ellos está entre los peores porteros del mundo). Yo tenía otras expectativas respecto al partido; pero creo que lo mejor es tirar la toalla con este equipo blaugrana y resignarnos a solamente ganar la Liga y esperar hasta setiembre para ver si regresa el fútbol de lujo a llenarnos los ojos y el corazón. No creo que en esta temporada podamos ver un partido mejor que el mejor que se ha jugado (aquel de la Champions frente a las jirafas del Werder Bremen, una de las cuales, Klose, bien podríamos ver de nuevo en el Camp Nou pero vestido de culé). También, debe ser pedir demasiado que suban muchos más goles al marcador por parte del Barça, que uno solo. ¡Qué va! Los olés deberán esperar, y las goleadas vivirán en nuestros sueños. Sobre todo con rivales como estos rojillos, apretujados todos alrededor de su portero los 90 carajos minutos...


No obstante, estoy convencido: Esta Liga la ganamos, aunque sea padeciendo un suplicio por lo demás justo y merecido después de tanto error, galactización y falta de trabajo en que ha caído el proyecto del Círculo Virtuoso. Lo que sí me quita el sueño es que del Vía Crucis perpetuo que ha sido esta temporada, los responsables de la buena marcha del equipo no vayan a aprender ninguna lección. De aquí al partido en Tarragona, sólo pido que ganemos, aunque sea bregando como cualquier equipo de fajadores y no de estrellas, y con puros rebotes de último minuto. Y después de ahí, que se haga la luz y en Can Barça puedan ver de nuevo el sendero correcto hacia la gloria, que de seguir en estas, en un año pasará como en la historia de Quevedo, El Sueño del Infierno, donde todos iban por el sabroso camino en un puro jolgorio, creyéndose felices, sin pensar nadie "para el Infierno vamos", y fue hasta estar ya en el mismo abismo que todos gritaron: "¡En el Infierno estamos!"...

Otro que se salva

Y de un sufrimiento a otro: Apenas concluido el Barça-Mallorca, cambié el canal y sintonicé la transmisión del juego que paraliza la Argentina: El superclásico Boca Juniors-River Plate.


Soy hincha fervoroso de River y aunque no tenía demasiada fe para este juego, a raíz de la bochornosa eliminación de mi equipo de la Copa Libertadores a manos de un triste equipo ¡de Venezuela! (más o menos como caer ante la Gramenet, para que me comprendan), me cayó como un par de baldes de agua fría el gol de Boca a los cincuenta segundos del partido. Tardé más yo en recuperar el aliento tras el gol de carambola blaugrana y reacomodarme en mi sillón, que en recibir una nueva bofetada futbolística. Como si no hubiera sido suficiente martirio, cayó el gol en contra y enseguida, largos, larguísimos minutos en que los xeneizes bailaron la danza del balón con los jugadores millonarios haciendo el papel de monigotes. Sólo las providenciales manos del arquero de River, Carrizo (tocayo del famoso Tarzán Carrizo, el mejor arquero argentino de todos los tiempos y cómo no, ídolo gallina), evitaron la hecatombe. Si se llegó al entretiempo con sólo ese gol de vestidor, el mérito lo tiene todo el joven cancerbero, quien debe tener su lugar asegurado entre los convocados para la próxima Copa América.


Por fortuna, River tiene mejor equipo que Boca y en el segundo tiempo, se apoderó del balón, sometiendo a su rival. A los pocos minutos de la reanudación el derrumbe futbolístico xeneize se tradujo en el empate, tras una gran jugada del flamante fichaje, Mauro Rosales. A partir de ahí River controló mejor las arremetidas del rival, hasta que éste se despertó de la siesta y se mandó al frente, dejando sin embargo grandes espacios en su defensa que no fueron aprovechados por causa de la precipitación y mala puntería del otro delantero, Marco Ruben.


Al final, empate y del lado gallina, la sensación de que se pudo haber ganado, después de un primer tiempo comiéndonos las uñas y sobreviviendo al bombardeo. Y para mí, la continuidad de mi racha personal: Nunca he visto a River perder en los 90 minutos ante el archirrival. Tampoco es que he visto mucho: A pesar de ser hincha millonario desde que este equipo visitara mi país en 1987, la cortina de hierro de los derechos de televisión me impidió ver ni un solo Superclásico hasta el partido de vuelta de la eliminatoria de Copa Libertadores de hace unos años (terminó en empate y se definió en penales, donde pasó Boca), y luego de ese, todos los cuatro últimos: el 3-1 del Apertura en el Monumental, los dos triunfos en torneos de verano (pretemporada; el segundo de ellos, por penales y con River jugando con 9 casi todo el segundo tiempo), y el de ayer. Si es que soy el amuleto de mi River Plate, prometo hacer todo lo humanamente posible para no perderme ningún partido más; y a ver si mejoramos y salimos de nuestra travesía por el desierto (casi cuatro años sin títulos)...

Turienzo Álvarez, o la emancipación de un árbitro

Tienen razón en la Casa Blanca para tanto cacareo alrededor del arbitraje de su partido del sábado en Santander. Al igual que los dirigentes, jugadores, técnicos, aficionados y pseudo-periodistas merenguitos, yo mismo hubiera esperado cualquier cosa de ese partido menos que el árbitro hiciera trizas esa ley no escrita del fútbol español según la cual, cada vez que el Madrid necesite el socorro de los señores del silbato para mantenerse en carrera por el título, habrá de recibirlo generosamente, sin importar el rival ni el estadio en que se deba cometer el crimen.

Según semejante ley, el destino del Racing de Santander el sábado tenía que ser el de cualquier otro equipo en España. Dos cosas tenían en mente los jugadores merenguitos al saltar al campo, y de ambas estaban completamente seguros: la primera, que si ganaban amanecían el domingo líderes; y la segunda, que el trío arbitral deseaba su triunfo tanto como ellos. ¿Cómo iban a saber que a la hora buena, el que suponían su ayudante se iba a volver en su contra?


En realidad, ese volverse en su contra significa que Turienzo Álvarez se rebeló contra ese convencionalismo de su gremio y, colocándose los testículos en su lugar, señaló las claras faltas de Diarra y Cannavaro según lo que indica el reglamento. Tienen razón en Madrid para estar espantados: más de diez años enteros pasaron para que un árbitro tuviera los huevos de pitarles dos penales en un mismo partido; pero lo que los indigna es que haya sucedido en la época en que más acostumbrados están a que los silbadores no los desamparen, en la recta final de la Liga y con la urgencia de no despegarse de quienes ostentan el liderato. Yo mismo contaba con que sucediera como en Vigo, con dos penalazos y dos veces que el silbante miró para el otro lado, y como en el Camp Nou, cuando Diarra descargó toda la masa de su espalda sobre Ronaldinho y el infame Undiano Mallenco ¡pitó saque de puerta! Por eso, estoy de acuerdo con que los merenguitos lloren todo lo que quieran. Está bien sentirse mal cuando a uno lo traicionan. Pero yo que ellos, me despreocuparía: podemos dar por un hecho que el próximo fin de semana, ante el desdichado Valencia, el payaso de turno vengará esta afrenta...

(Fotos: El Periódico de Catalunya, La Nación de Argentina).

martes, 10 de abril de 2007

Una mascota para el Barça


Bugs Bunny, El Conejo de la Suerte, cuya pata quisieran Elmer Gruñón y Yosemite Sam colgarse al cuello a manera de dije, lleva siete décadas haciendo reir a la gente de todo el mundo con sus disparatadas aventuras, en las que casi siempre sin querer, se enfrenta a unos enemigos que le disparan, lo persiguen, lo acorralan y aun así, no sólo no lo pueden atrapar, sino que al final él los termina humillando, dándoles a fumar un cigarro explosivo o estampándoles tremendo besote en la boca, hasta hacerlos escupir.

Se me hace que, si la idea de la mascota de un club de fútbol es la de representar el carácter y las condiciones del equipo, para el Barça actual no hay otro personaje en que se pueda ver reflejado más fielmente que este desquiciado conejo, tan frágil en apariencia pero tan capaz de sortear todo peligro y salir campante.

Y es que sólo a la suerte se le puede dar el mérito de que el Barça de esta temporada se haya empeñado en hacerlo todo mal y aun así, no haya sufrido hasta ahora ninguna verdadera catástrofe y se mantenga en el mismo lugar en que estaba a estas alturas de la impecable temporada pasada: líder de la Liga, dependiendo sólo de sí mismo para ser campeón y escoltado por rivales incapaces de superarlo y de sobreponerse a sus propios problemas.

El arquetipo de esa "suerte" del Barça es este partido en La Romareda, en el cual el equipo blaugrana, a pesar de haberse equivocado en todo desde el principio, salió derrotado por apenas un gol, por cierto malísimo, pudiendo haber recibido una goleada, y más bien, hasta tuvo chance de empatar. Y de feria, todavía pierde pero sigue de líder; precariamente, pero líder al fin y con la perspectiva de que en las próximas semanas sus perseguidores chocarán entre sí y según la combinación de resultados que se dé, todos podrían salir perjudicados, dejando al Barça escaparse, al más puro estilo Bugs Bunny.

Lo malo de la "suerte" es que, en la vida real y a diferencia de las aventuras de Bugs, más temprano que tarde se acaba y si uno no tiene lo que se necesita para prolongar sus efectos, se hunde en la "mala suerte", en la desgracia, en una cadena de sucesos perjudiciales.

Más que preocupación, a uno le genera tristeza ver que cuando nos habíamos resignado con que al perder el Barça la carrera por la Champions le iba a quedar más tiempo para preparar mejor los partidos de Liga y corregir el rumbo, posibilitando al menos un final de temporada alejado del caos por el que nos hemos despeñado varias veces a lo largo del año y más cercano a la gloria del campeonato anterior, en un partido clave vuelven los despropósitos tácticos que degeneraron en una defensa vulnerable, un mediocampo sin creación, una delantera apenas más peligrosa que un ataque de tos, y un desorden generalizado en todas las líneas que pudo haber conducido a una goleada en contra. No puede uno más que lamentarse de ver cómo sin necesidad, el Barça sale al campo con el dispositivo táctico kamikaze que al rato, al ver su inutilidad y al estar ya contra la pared, debe ser cambiado por el de siempre, el sistema que se pudo haber utilizado desde el principio del partido y que pudo haber deparado mejores resultados. Angustia pensar cómo pudo haber sido si el rival de turno hubiera calibrado mejor sus cañones y dejándose de timideces, hubiera cargado con toda su fuerza contra la portería de Valdés, y en vez de un gol feo, hubiera recibido el premio de tres o cuatro. Puede uno congratularse de que no fue así, de que el Barça, estando acorralado y a merced de sus enemigos, se escapó increíblemente, como cuando Elmer se dispara la escopeta en su propia cara y Bugs, librado de la muerte y riéndose a carcajadas, viene y le pega su besote.

Sin embargo, la situación no está para risas. Ahora más que nunca, con cinco equipos como máximo a dos partidos de distancia y todos en mejor forma que el Barça, si ya el equipo no encuentra motivos para ponerse serio y trabajar como no lo han hecho en toda la temporada, es decir, con orden, humildad, unidos y entregados por la causa, bien podríamos quedarnos hasta sin el único título que todo el año ha estado en nuestras manos, el de Liga, y sin el bonito premio de consolación que es la Copa del Rey. Yo me mantengo positivo; y a pesar de que el equipo se empeña en hacer lo contrario de lo que yo espero, como desde hace varias fechas sigo creyendo que el próximo será el partido del despegue definitivo, del retorno feliz a la gloria del Círculo Virtuoso. Los enemigos han prendido fuego al pastizal, y nos toca empezar a correr ahora o calcinarnos. Ojalá los divos se bajen del pedestal, los vagos se espabilen y los torpes recuperen la habilidad, o nos quedaremos sin ningún nuevo trofeo que agregar a las vitrinas y como Yosemite Sam, vencidos, ridiculizados y gritando a viva voz: "¡Cómo odio a ese conejo!"

(Fotos: www.comics.com.ve,, Wikipedia).

sábado, 7 de abril de 2007

¿Sábado de gloria, o domingo de resurrección?


Por primera vez desde que tengo este blog, escribo "antes" del partido del Barça, y no "después". ¿Milagro de Semana Santa? Pues no, sólo aprovecho la oportunidad de acceder a una computadora, hoy que es día libre...

La verdad, no me gusta mucho el asunto de escribir "pre-" partido, sobre todo si se trata de un juego como este en Zaragoza, donde las circunstancias han coincidido para quitarme la certeza que en cualquier otro juego de ahora en adelante tendré, en cuanto a que el Barça ganará los tres puntos. Por escribir "antes", no puedo plasmar aquí la misma seguridad, o más bien jactancia, que demuestro siempre que hablo, escribo o pienso respecto al juego del Barça. Y es que sin ser de los que le tienen miedo al equipo maño, no puedo estar cien por ciento confiado, considerando la calidad de los zaragocistas y la dificultad crónica que para los blaugranas representa jugar en ese estadio, La Romareda.


Además, otro factor que me hace sentir "desconfiado" (no temeroso, insisto... aunque no se me crea), es que el Barça a lo largo de toda la temporada ha venido fallando en los momentos en que ha podido dar un golpe de efecto en la Liga, para encaminarse definitivamente hacia el título y a la vez desinflar todas las ilusiones de los rivales. Bueno, el año pasado, con todo lo magnífico que fue, también falló el Barça cuando pudo haber dejado al máximo rival a inalcanzables catorce puntos de distancia y empató; pero qué diferencia tan grande entre aquella situación y la de hoy, en la que hasta el empate nos puede poner en grandes apuros.

Pero ¡alto! Ahora que recuerdo, para el Barça el de hoy es el último partido teóricamente complicado que queda en la temporada. El Zaragoza en su estadio es el único de los rivales que restan que, a priori, se ve capaz de plantar cara al Barça (ahí me perdonan, pero ni siquiera el Atlético, para mí, entra en esa categoría); en tanto para los perseguidores, quedan varias citas violentas en su calendario. Sobre todo, puede salir beneficiado el Barça de la masacre Sevilla-Madrid-Valencia, que entre ellos tienen que jugar y obviamente, no serán los tres los que ganen todos los puntos.

Aún así, esta jornada es una buena oportunidad para el despegue definitivo. Ojalá los jugadores estén más confiados que yo en su capacidad para ganar en La Romareda y meter presión a los rivales para que éstos fallen en sus respectivos juegos. Si el Barça consigue ganar y como mínimo mantener los dos puntos de ventaja, tendremos un sábado de gloria; porque si pierde y los demás se avispan, puede ser el domingo de resurrección de los que ya tendrían que irse conformando con no celebrar nada un año más...

¡Que venga Tévez!

Aunque no soy para nada religioso, la quietud de la Semana Santa me ha servido para reflexionar un poco acerca de la situación del Barça y por dónde va la procesión en cuanto a solucionar los males que nos han aquejado esta temporada.

Uno de los males, si bien no el más influyente en la cancha pero sí el más ventilado en los medios de comunicación (y blogs culés, que por supuesto también lo son), ha sido el auténtico atraco a mano armada perpetrado por El Hermanísimo, Roberto de Assis, que por al menos dos semanas nos mantuvo a todos los culés rehenes de sus impúdicos coqueteos con el Milan y sus poco disimuladas amenazas de romper para siempre el idilio Barça-Ronaldinho. Al final, el tipo se salió con la suya, al pactar un jugoso aumento para el Gaúcho y el pago de un tributo por parte de la institución blaugrana, en forma de "patrocinio" hacia la Fundación de Ronaldinho y el flamante equipo propiedad de Robertinho.


En principio, me parece bien que la directiva blaugrana hiciera todo lo que hizo falta para garantizar la continuidad de Ronnie en Can Barça. Pero, gracias a que, como dije, la calma de esta semana me ha hecho reflexionar, me doy cuenta que los periódicos asaltos de El Hermanísimo deben encontrar su fin inmediatamente. O sea, para la próxima temporada (en teoría hasta el 2010, pero en la práctica...), ya se pactó lo que se pactó, y le toca al Barça cumplir. Pero, junto con el último apretón de manos, me habría gustado (si es que no lo hizo) que don Joan Laporta le hubiera dicho a Robertinho "basta ya". Que le hubiera puesto en claro que si bien el Barça esta vez se vio obligado a aceptar sus condiciones (¿se imaginan como habría sido este sprint final de Liga, tan apretado y con la certeza de que Ronaldinho se larga? ¡El infierno en la tierra!), ya no habrá nunca más otra ocasión en la que el clan De Assis pueda llegar a golpear la mesa para exigir más gollerías y salir tan campantes. Quizás ante semejantes palabras El Hermanísimo no hubiera sino explotado en carcajadas (tan seguro debe estar de que tiene la papa en la mano); porque la verdad, a la fecha el Barça no tiene preparados los ladrillos suficientes para tapar el hoyo que dejaría Ronaldinho si se va. Pero si encontramos esa solución a la ausencia del Gaúcho, quizás consigamos cambiarle el panorama al tan sobrado Roberto de Assis Moreira...

Al respecto, secundo la moción del amigo Vito Corleone, en cuanto a que el Barça debería olvidarse de fichar a los metrosexuales de moda del fútbol mundial y volver sus ojos hacia un tipo tan grande en calidad como pequeño en estatura: El Apache, Carlos Tévez. Quizás hasta ahora sea más bien un desconocido en Europa, y quien lo vea en su equipo actual, el West Ham United de Inglaterra, pueda llegar a pensar que es otro mediocre más vendido por algún tiburón mánager argentino a precio de oro; pero de este lado del charco, y sobre todo para los argentinófilos que seguimos el fútbol y los futbolistas argentinos con muchísima atención, El Apache es sinónimo de juego brillante, golazos a granel y aficionados brincando de sus asientos para vitorear al ídolo, igual en Buenos Aires como en Sao Paulo... enorme proeza, considerando la acérrima rival entre las escuelas futbolísticas más poderosas del continente americano. Comparado con el mismísimo Ronaldinho, Carlinhos tiene muy poquito de desventaja: la misma velocidad, la misma habilidad, la misma técnica para pegarle al balón, tanto en movimiento como de tiro libre; el mismo desparpajo para jugar, sacando de la chistera trucos mágicos impensables, y sobre todo, la misma capacidad para echarse a la bolsa al gran público, a la masa de seguidores que no se rinden ante un crack por sus cualidades metrosexuales y mercadotécnicas sino por la generosidad con que entrega su talento a la causa del equipo de sus amores. Alegría para el pueblo, goles y fútbol para el club: igual que el Gaúcho, eso es Carlinhos Tévez.

Imagínense nada más esta situación: el Camp Nou lleno hasta la bandera, Ronaldinho en la banca, Robertinho en la grada y Tévez en la cancha, haciendo diabluras, desbordando por el flanco izquierdo, levantando los tendidos con sus gambetas, arrancando exclamaciones con sus pases, subiendo los decibeles al grito de gol. Terminado el juego, victoria del Barça, seguidores felices en todas partes del mundo, y reunión cumbre Laporta-El Hermanísimo en la cual el primero mira directamente a los ojos del segundo y mientras sonríe confiado, le espeta: "¿Y qué? ¿Ya se decidieron a aceptar mis condiciones?"

A que con Tévez en Can Barça, Ronaldinho se sale del gimnasio y derrama día tras día hasta la última gota de sudor sobre el césped del Miniestadi. A que después de una temporada gritando los goles de El Apache, admirando sus prodigios y gozando con su bailecito de cumbia a la par del banderín de córner, se nos cura ese pavor a que El Hermanísimo se lleve al Gaúcho a Milán, donde no hay playa, el clima es frío, las nubes tapan el sol 300 días al año y el equipo desdeña el talento por apoyarse en el vetusto catenaccio. Contra la coacción y el miedo, ¡que venga Tévez y a seguir gozando, culés!

Unas palabras de aliento para Eto'o

Todas las lesiones son inoportunas, pero para el Barça, las lesiones de Samuel Eto'o son un suplicio. Aunque otro tomará su lugar, sin duda la afición culé aragonesa, que no tuvo la oportunidad de verlo jugar en su tierra, lo lamenta tanto como yo. Tranquilo Samu, por hoy quedate preparando los huevos de Pascua en casa junto a tu hijo, y reponte pronto que te necesitamos al cien por ciento para jugar la próxima semana, en una nueva final de estas que nos conducirán al tricampeonato a partir del triunfo de hoy en Zaragoza.

¡Ánimo, El León! (Pero que no se repita...).