jueves, 26 de abril de 2007

El acordeón de Liga


Lo que convierte la presente Liga en la pesadilla perpetua del culé, es que la diferencia de puntos entre el Barça y los segundones lleve el ritmo del acordeón. Estira, encoge, y con cada movimiento, sigue la canción de unos y otros.

Un punto de diferencia: Fin de ciclo en el Barça, se va una de las figuras (ayer Ronaldinho, hoy Eto'o, ¿mañana Puyol?), Rijkaard está perdido, Iniesta es pésimo, Laporta dimisión, el Sevilla es el mejor equipo del mundo, el Madrid está para ganarla en la última fecha, el Valencia es poderoso...

Cuatro puntos: El Barça está de vuelta, golpe a la Liga, revive el Círculo Virtuoso, el Sevilla con vértigo, Capello vete ya, Turienzo es el verdugo, fracasa el Valencia...

Si la diferencia de puntos fuera un colchón, como el año pasado, a estas alturas estaríamos yaciendo plácidamente sobre él, apenas a la espera de que en un par de semanas las matemáticas dictaran su sentencia: Barça campeón, y últimos dos o tres partidos con paseíllo incluido.

Pero es un acordeón, y su sonido, sobre todo cuando se encoge, en vez de ser una música de fiesta, para muchos de nosotros es ya un ruido infernal que nos tiene con el ánimo por los suelos.

Al menos así es para los culés que como yo, nos hicimos de expectativas estratosféricas para esta temporada. Como yo, allá por agosto más de uno veía ya colocadas en las vitrinas del Camp Nou todas las copas que al equipo le tocaba disputar; más de uno anticipaba un plus de alegría y paz interior para Navidad y Año Nuevo por causa del fútbol blaugrana; y más de uno se imaginaba que en Semana Santa el Vía Crucis sería para los otros y la Gloria para los culés.

Quizás ahí está la explicación para todo lo que hemos vivido en la temporada que ya entra en su recta final; o más bien casi todo, porque las infaustas lesiones de Eto'o y Messi son cosa aparte. Tanto altibajo culé sería consecuencia de la soberbia y el narcisismo con que decidimos encarar el ciclo 2006-2007, después de dos años de dominio brutal en la Liga y un año arrasador en Europa en que devastamos Germania, Britania, el norte de Italia y rematamos conquistando la capital de las Galias casi al estilo Julio César (un poco menos que vini, vidi, vinci). Tan seguros estábamos de nuestro poder, y tan enamorados de nuestro equipo a causa de engullir cuanto piropo nos lanzaban los otros, que de antemano asumimos que cualquier rival sería muy inferior y que cualquier partido estaría ya ganado "sin bajarnos del autobús".

Viéndolo ahora desde la llanura, adonde nos bajaron los acontecimientos desde el Olimpo donde nos jactábamos de estar, semejante actitud era de por sí nociva para los aficionados (sobre todo para los que ahora sufrimos puyas constantes y la continua pregunta de "¿no era que el Barça ganaba todo y caminandito?"), pero fue fatal para los técnicos, jugadores y directivos, quienes lamentablemente, todo indica que también se contagiaron de ella. Ojalá hubiéramos tenido algún amigo de verdad para recetarnos a cada uno un par de bofetadas a fin de que despertáramos a la realidad; así habríamos tomado conciencia de que, como en cualquier cosa en la vida, nada es un lecho de rosas sino que para triunfar es imprescindible someterse al esfuerzo continuo por mejorar, por superar lo ya hecho, y sobre todo ser humildes, para mirar a los rivales como iguales y capaces de arrebatarnos la gloria para disfrutarla ellos.

Si este acordeón liguero es el castigo a nuestros pecados capitales, terminemos de soportar los últimos siete suplicios de la manera más estoica posible, porque los merecemos. Y tengamos fe en nuestro equipo, que todavía no es demasiado tarde para que ellos se sacudan de los vicios (literal y figuradamente dicho) que les han impedido dar el 100 por ciento de sus capacidades y que, por ejemplo, provocan los hundimientos anímicos y futbolísticos tan lastimeros en que cae el equipo tan pronto el rival anota un gol, por más malo que sea. Sobre todo, prestemos oídos sordos a los cantos de sirena provenientes de la capital del reino, con los cuales nuestros enemigos pretenden hacernos creer que el Barça está perdido y que su fabuloso proyecto del Círculo Virtuoso está inevitablemente en camino de acabar como cierto proyecto muy cacareado de metrosexuales, gordos y fanfarrones del que ahora mismo, sólo unos cuantos chinos extraviados recuerdan con infinita nostalgia...


(Fotos: Wikipedia).

viernes, 20 de abril de 2007

QUÉ GOL DEL CARAJO

Qué más voy a decir del gol de Messi... Mejor verlo de nuevo y escuchar la narración tal y como yo la escuché, a través de Catalunya Radio por Internet...

Confieso que al escuchar la transmisión no comprendí a qué venía tanta euforia. No fue sino hasta en la noche, que pude ver el resumen en las noticias y ahí sí, no pude menos que mandarme la exclamación que le da título a este post.

Justo cuando afirmé, en mi post anterior, que de aquí hasta el final de temporada, los culés tendríamos que conformarnos con los recuerdos del mejor fútbol blaugrana, llega Messi con la repetición del gol de Maradona de hace dos décadas... ¡Ah, sí! Y de paso, el Barça le dio una paliza al Getafe, nada menos que 5 a 2, para taparme la boca, ya que dije que de aquí hasta junio, goleadas del Barça veríamos los culés sólo en sueños...

Este gol, y en general este partido, es lo que yo llamo fútbol delicatessen, un auténtico manjar en esta temporada en que los culés la gran mayoría de las veces que nos hemos echado las manos a la cabeza ha sido de desesperación y no de admiración... Disfrutemos del momento, que un gol así en el Camp Nou quizás tarde muchos años en repetirse...

(O quizás no...)

Tomen por la madre todos los enemigos del Barça y del fútbol delicatessen... Como Schuster, quien en el colmo de la mezquindad le negó una palabra de admiración a Messi, y el jugador del Villarreal que ayer vi en las noticias (no recuerdo el nombre, en fin, que sólo lo conocerá la puta que lo parió), quien dijo que ellos, los del "Submarino Amarillo", no van a ser tan buenos ni tan gentiles con Messi y ofrecieron pararlo de la misma forma que Schuster sugirió que sus pupilios debieron haber empleado: las patadas tan pronto tenga el balón... Pues sí, como siempre: la violencia, el último recurso del incompetente.

¡VISCA BARÇA! ¡CAMPEÓN DE LIGA Y CAMPEÓN DE COPA!

lunes, 16 de abril de 2007

De rebote, ¿y qué? Ganar es ganar

Si en el fútbol los tres puntos se repartieran según los méritos de cada equipo, en el Barça-Mallorca se debió haber dado uno a los rojillos por su estoicidad, otro a los blaugranas por su suerte del campeón, y el tercero debió restárseles a ambos por la escasa calidad futbolística que demostraron.

Es cierto, el juego fue más bien malo. El Barça no estuvo a la altura de su fama, y el Mallorca renunció a ganar después de tener su chance en el penal (por cierto, cada vez se ven y se oyen menos detractores de Víctor Valdés... qué curioso, si según ellos está entre los peores porteros del mundo). Yo tenía otras expectativas respecto al partido; pero creo que lo mejor es tirar la toalla con este equipo blaugrana y resignarnos a solamente ganar la Liga y esperar hasta setiembre para ver si regresa el fútbol de lujo a llenarnos los ojos y el corazón. No creo que en esta temporada podamos ver un partido mejor que el mejor que se ha jugado (aquel de la Champions frente a las jirafas del Werder Bremen, una de las cuales, Klose, bien podríamos ver de nuevo en el Camp Nou pero vestido de culé). También, debe ser pedir demasiado que suban muchos más goles al marcador por parte del Barça, que uno solo. ¡Qué va! Los olés deberán esperar, y las goleadas vivirán en nuestros sueños. Sobre todo con rivales como estos rojillos, apretujados todos alrededor de su portero los 90 carajos minutos...


No obstante, estoy convencido: Esta Liga la ganamos, aunque sea padeciendo un suplicio por lo demás justo y merecido después de tanto error, galactización y falta de trabajo en que ha caído el proyecto del Círculo Virtuoso. Lo que sí me quita el sueño es que del Vía Crucis perpetuo que ha sido esta temporada, los responsables de la buena marcha del equipo no vayan a aprender ninguna lección. De aquí al partido en Tarragona, sólo pido que ganemos, aunque sea bregando como cualquier equipo de fajadores y no de estrellas, y con puros rebotes de último minuto. Y después de ahí, que se haga la luz y en Can Barça puedan ver de nuevo el sendero correcto hacia la gloria, que de seguir en estas, en un año pasará como en la historia de Quevedo, El Sueño del Infierno, donde todos iban por el sabroso camino en un puro jolgorio, creyéndose felices, sin pensar nadie "para el Infierno vamos", y fue hasta estar ya en el mismo abismo que todos gritaron: "¡En el Infierno estamos!"...

Otro que se salva

Y de un sufrimiento a otro: Apenas concluido el Barça-Mallorca, cambié el canal y sintonicé la transmisión del juego que paraliza la Argentina: El superclásico Boca Juniors-River Plate.


Soy hincha fervoroso de River y aunque no tenía demasiada fe para este juego, a raíz de la bochornosa eliminación de mi equipo de la Copa Libertadores a manos de un triste equipo ¡de Venezuela! (más o menos como caer ante la Gramenet, para que me comprendan), me cayó como un par de baldes de agua fría el gol de Boca a los cincuenta segundos del partido. Tardé más yo en recuperar el aliento tras el gol de carambola blaugrana y reacomodarme en mi sillón, que en recibir una nueva bofetada futbolística. Como si no hubiera sido suficiente martirio, cayó el gol en contra y enseguida, largos, larguísimos minutos en que los xeneizes bailaron la danza del balón con los jugadores millonarios haciendo el papel de monigotes. Sólo las providenciales manos del arquero de River, Carrizo (tocayo del famoso Tarzán Carrizo, el mejor arquero argentino de todos los tiempos y cómo no, ídolo gallina), evitaron la hecatombe. Si se llegó al entretiempo con sólo ese gol de vestidor, el mérito lo tiene todo el joven cancerbero, quien debe tener su lugar asegurado entre los convocados para la próxima Copa América.


Por fortuna, River tiene mejor equipo que Boca y en el segundo tiempo, se apoderó del balón, sometiendo a su rival. A los pocos minutos de la reanudación el derrumbe futbolístico xeneize se tradujo en el empate, tras una gran jugada del flamante fichaje, Mauro Rosales. A partir de ahí River controló mejor las arremetidas del rival, hasta que éste se despertó de la siesta y se mandó al frente, dejando sin embargo grandes espacios en su defensa que no fueron aprovechados por causa de la precipitación y mala puntería del otro delantero, Marco Ruben.


Al final, empate y del lado gallina, la sensación de que se pudo haber ganado, después de un primer tiempo comiéndonos las uñas y sobreviviendo al bombardeo. Y para mí, la continuidad de mi racha personal: Nunca he visto a River perder en los 90 minutos ante el archirrival. Tampoco es que he visto mucho: A pesar de ser hincha millonario desde que este equipo visitara mi país en 1987, la cortina de hierro de los derechos de televisión me impidió ver ni un solo Superclásico hasta el partido de vuelta de la eliminatoria de Copa Libertadores de hace unos años (terminó en empate y se definió en penales, donde pasó Boca), y luego de ese, todos los cuatro últimos: el 3-1 del Apertura en el Monumental, los dos triunfos en torneos de verano (pretemporada; el segundo de ellos, por penales y con River jugando con 9 casi todo el segundo tiempo), y el de ayer. Si es que soy el amuleto de mi River Plate, prometo hacer todo lo humanamente posible para no perderme ningún partido más; y a ver si mejoramos y salimos de nuestra travesía por el desierto (casi cuatro años sin títulos)...

Turienzo Álvarez, o la emancipación de un árbitro

Tienen razón en la Casa Blanca para tanto cacareo alrededor del arbitraje de su partido del sábado en Santander. Al igual que los dirigentes, jugadores, técnicos, aficionados y pseudo-periodistas merenguitos, yo mismo hubiera esperado cualquier cosa de ese partido menos que el árbitro hiciera trizas esa ley no escrita del fútbol español según la cual, cada vez que el Madrid necesite el socorro de los señores del silbato para mantenerse en carrera por el título, habrá de recibirlo generosamente, sin importar el rival ni el estadio en que se deba cometer el crimen.

Según semejante ley, el destino del Racing de Santander el sábado tenía que ser el de cualquier otro equipo en España. Dos cosas tenían en mente los jugadores merenguitos al saltar al campo, y de ambas estaban completamente seguros: la primera, que si ganaban amanecían el domingo líderes; y la segunda, que el trío arbitral deseaba su triunfo tanto como ellos. ¿Cómo iban a saber que a la hora buena, el que suponían su ayudante se iba a volver en su contra?


En realidad, ese volverse en su contra significa que Turienzo Álvarez se rebeló contra ese convencionalismo de su gremio y, colocándose los testículos en su lugar, señaló las claras faltas de Diarra y Cannavaro según lo que indica el reglamento. Tienen razón en Madrid para estar espantados: más de diez años enteros pasaron para que un árbitro tuviera los huevos de pitarles dos penales en un mismo partido; pero lo que los indigna es que haya sucedido en la época en que más acostumbrados están a que los silbadores no los desamparen, en la recta final de la Liga y con la urgencia de no despegarse de quienes ostentan el liderato. Yo mismo contaba con que sucediera como en Vigo, con dos penalazos y dos veces que el silbante miró para el otro lado, y como en el Camp Nou, cuando Diarra descargó toda la masa de su espalda sobre Ronaldinho y el infame Undiano Mallenco ¡pitó saque de puerta! Por eso, estoy de acuerdo con que los merenguitos lloren todo lo que quieran. Está bien sentirse mal cuando a uno lo traicionan. Pero yo que ellos, me despreocuparía: podemos dar por un hecho que el próximo fin de semana, ante el desdichado Valencia, el payaso de turno vengará esta afrenta...

(Fotos: El Periódico de Catalunya, La Nación de Argentina).

martes, 10 de abril de 2007

Una mascota para el Barça


Bugs Bunny, El Conejo de la Suerte, cuya pata quisieran Elmer Gruñón y Yosemite Sam colgarse al cuello a manera de dije, lleva siete décadas haciendo reir a la gente de todo el mundo con sus disparatadas aventuras, en las que casi siempre sin querer, se enfrenta a unos enemigos que le disparan, lo persiguen, lo acorralan y aun así, no sólo no lo pueden atrapar, sino que al final él los termina humillando, dándoles a fumar un cigarro explosivo o estampándoles tremendo besote en la boca, hasta hacerlos escupir.

Se me hace que, si la idea de la mascota de un club de fútbol es la de representar el carácter y las condiciones del equipo, para el Barça actual no hay otro personaje en que se pueda ver reflejado más fielmente que este desquiciado conejo, tan frágil en apariencia pero tan capaz de sortear todo peligro y salir campante.

Y es que sólo a la suerte se le puede dar el mérito de que el Barça de esta temporada se haya empeñado en hacerlo todo mal y aun así, no haya sufrido hasta ahora ninguna verdadera catástrofe y se mantenga en el mismo lugar en que estaba a estas alturas de la impecable temporada pasada: líder de la Liga, dependiendo sólo de sí mismo para ser campeón y escoltado por rivales incapaces de superarlo y de sobreponerse a sus propios problemas.

El arquetipo de esa "suerte" del Barça es este partido en La Romareda, en el cual el equipo blaugrana, a pesar de haberse equivocado en todo desde el principio, salió derrotado por apenas un gol, por cierto malísimo, pudiendo haber recibido una goleada, y más bien, hasta tuvo chance de empatar. Y de feria, todavía pierde pero sigue de líder; precariamente, pero líder al fin y con la perspectiva de que en las próximas semanas sus perseguidores chocarán entre sí y según la combinación de resultados que se dé, todos podrían salir perjudicados, dejando al Barça escaparse, al más puro estilo Bugs Bunny.

Lo malo de la "suerte" es que, en la vida real y a diferencia de las aventuras de Bugs, más temprano que tarde se acaba y si uno no tiene lo que se necesita para prolongar sus efectos, se hunde en la "mala suerte", en la desgracia, en una cadena de sucesos perjudiciales.

Más que preocupación, a uno le genera tristeza ver que cuando nos habíamos resignado con que al perder el Barça la carrera por la Champions le iba a quedar más tiempo para preparar mejor los partidos de Liga y corregir el rumbo, posibilitando al menos un final de temporada alejado del caos por el que nos hemos despeñado varias veces a lo largo del año y más cercano a la gloria del campeonato anterior, en un partido clave vuelven los despropósitos tácticos que degeneraron en una defensa vulnerable, un mediocampo sin creación, una delantera apenas más peligrosa que un ataque de tos, y un desorden generalizado en todas las líneas que pudo haber conducido a una goleada en contra. No puede uno más que lamentarse de ver cómo sin necesidad, el Barça sale al campo con el dispositivo táctico kamikaze que al rato, al ver su inutilidad y al estar ya contra la pared, debe ser cambiado por el de siempre, el sistema que se pudo haber utilizado desde el principio del partido y que pudo haber deparado mejores resultados. Angustia pensar cómo pudo haber sido si el rival de turno hubiera calibrado mejor sus cañones y dejándose de timideces, hubiera cargado con toda su fuerza contra la portería de Valdés, y en vez de un gol feo, hubiera recibido el premio de tres o cuatro. Puede uno congratularse de que no fue así, de que el Barça, estando acorralado y a merced de sus enemigos, se escapó increíblemente, como cuando Elmer se dispara la escopeta en su propia cara y Bugs, librado de la muerte y riéndose a carcajadas, viene y le pega su besote.

Sin embargo, la situación no está para risas. Ahora más que nunca, con cinco equipos como máximo a dos partidos de distancia y todos en mejor forma que el Barça, si ya el equipo no encuentra motivos para ponerse serio y trabajar como no lo han hecho en toda la temporada, es decir, con orden, humildad, unidos y entregados por la causa, bien podríamos quedarnos hasta sin el único título que todo el año ha estado en nuestras manos, el de Liga, y sin el bonito premio de consolación que es la Copa del Rey. Yo me mantengo positivo; y a pesar de que el equipo se empeña en hacer lo contrario de lo que yo espero, como desde hace varias fechas sigo creyendo que el próximo será el partido del despegue definitivo, del retorno feliz a la gloria del Círculo Virtuoso. Los enemigos han prendido fuego al pastizal, y nos toca empezar a correr ahora o calcinarnos. Ojalá los divos se bajen del pedestal, los vagos se espabilen y los torpes recuperen la habilidad, o nos quedaremos sin ningún nuevo trofeo que agregar a las vitrinas y como Yosemite Sam, vencidos, ridiculizados y gritando a viva voz: "¡Cómo odio a ese conejo!"

(Fotos: www.comics.com.ve,, Wikipedia).

sábado, 7 de abril de 2007

¿Sábado de gloria, o domingo de resurrección?


Por primera vez desde que tengo este blog, escribo "antes" del partido del Barça, y no "después". ¿Milagro de Semana Santa? Pues no, sólo aprovecho la oportunidad de acceder a una computadora, hoy que es día libre...

La verdad, no me gusta mucho el asunto de escribir "pre-" partido, sobre todo si se trata de un juego como este en Zaragoza, donde las circunstancias han coincidido para quitarme la certeza que en cualquier otro juego de ahora en adelante tendré, en cuanto a que el Barça ganará los tres puntos. Por escribir "antes", no puedo plasmar aquí la misma seguridad, o más bien jactancia, que demuestro siempre que hablo, escribo o pienso respecto al juego del Barça. Y es que sin ser de los que le tienen miedo al equipo maño, no puedo estar cien por ciento confiado, considerando la calidad de los zaragocistas y la dificultad crónica que para los blaugranas representa jugar en ese estadio, La Romareda.


Además, otro factor que me hace sentir "desconfiado" (no temeroso, insisto... aunque no se me crea), es que el Barça a lo largo de toda la temporada ha venido fallando en los momentos en que ha podido dar un golpe de efecto en la Liga, para encaminarse definitivamente hacia el título y a la vez desinflar todas las ilusiones de los rivales. Bueno, el año pasado, con todo lo magnífico que fue, también falló el Barça cuando pudo haber dejado al máximo rival a inalcanzables catorce puntos de distancia y empató; pero qué diferencia tan grande entre aquella situación y la de hoy, en la que hasta el empate nos puede poner en grandes apuros.

Pero ¡alto! Ahora que recuerdo, para el Barça el de hoy es el último partido teóricamente complicado que queda en la temporada. El Zaragoza en su estadio es el único de los rivales que restan que, a priori, se ve capaz de plantar cara al Barça (ahí me perdonan, pero ni siquiera el Atlético, para mí, entra en esa categoría); en tanto para los perseguidores, quedan varias citas violentas en su calendario. Sobre todo, puede salir beneficiado el Barça de la masacre Sevilla-Madrid-Valencia, que entre ellos tienen que jugar y obviamente, no serán los tres los que ganen todos los puntos.

Aún así, esta jornada es una buena oportunidad para el despegue definitivo. Ojalá los jugadores estén más confiados que yo en su capacidad para ganar en La Romareda y meter presión a los rivales para que éstos fallen en sus respectivos juegos. Si el Barça consigue ganar y como mínimo mantener los dos puntos de ventaja, tendremos un sábado de gloria; porque si pierde y los demás se avispan, puede ser el domingo de resurrección de los que ya tendrían que irse conformando con no celebrar nada un año más...

¡Que venga Tévez!

Aunque no soy para nada religioso, la quietud de la Semana Santa me ha servido para reflexionar un poco acerca de la situación del Barça y por dónde va la procesión en cuanto a solucionar los males que nos han aquejado esta temporada.

Uno de los males, si bien no el más influyente en la cancha pero sí el más ventilado en los medios de comunicación (y blogs culés, que por supuesto también lo son), ha sido el auténtico atraco a mano armada perpetrado por El Hermanísimo, Roberto de Assis, que por al menos dos semanas nos mantuvo a todos los culés rehenes de sus impúdicos coqueteos con el Milan y sus poco disimuladas amenazas de romper para siempre el idilio Barça-Ronaldinho. Al final, el tipo se salió con la suya, al pactar un jugoso aumento para el Gaúcho y el pago de un tributo por parte de la institución blaugrana, en forma de "patrocinio" hacia la Fundación de Ronaldinho y el flamante equipo propiedad de Robertinho.


En principio, me parece bien que la directiva blaugrana hiciera todo lo que hizo falta para garantizar la continuidad de Ronnie en Can Barça. Pero, gracias a que, como dije, la calma de esta semana me ha hecho reflexionar, me doy cuenta que los periódicos asaltos de El Hermanísimo deben encontrar su fin inmediatamente. O sea, para la próxima temporada (en teoría hasta el 2010, pero en la práctica...), ya se pactó lo que se pactó, y le toca al Barça cumplir. Pero, junto con el último apretón de manos, me habría gustado (si es que no lo hizo) que don Joan Laporta le hubiera dicho a Robertinho "basta ya". Que le hubiera puesto en claro que si bien el Barça esta vez se vio obligado a aceptar sus condiciones (¿se imaginan como habría sido este sprint final de Liga, tan apretado y con la certeza de que Ronaldinho se larga? ¡El infierno en la tierra!), ya no habrá nunca más otra ocasión en la que el clan De Assis pueda llegar a golpear la mesa para exigir más gollerías y salir tan campantes. Quizás ante semejantes palabras El Hermanísimo no hubiera sino explotado en carcajadas (tan seguro debe estar de que tiene la papa en la mano); porque la verdad, a la fecha el Barça no tiene preparados los ladrillos suficientes para tapar el hoyo que dejaría Ronaldinho si se va. Pero si encontramos esa solución a la ausencia del Gaúcho, quizás consigamos cambiarle el panorama al tan sobrado Roberto de Assis Moreira...

Al respecto, secundo la moción del amigo Vito Corleone, en cuanto a que el Barça debería olvidarse de fichar a los metrosexuales de moda del fútbol mundial y volver sus ojos hacia un tipo tan grande en calidad como pequeño en estatura: El Apache, Carlos Tévez. Quizás hasta ahora sea más bien un desconocido en Europa, y quien lo vea en su equipo actual, el West Ham United de Inglaterra, pueda llegar a pensar que es otro mediocre más vendido por algún tiburón mánager argentino a precio de oro; pero de este lado del charco, y sobre todo para los argentinófilos que seguimos el fútbol y los futbolistas argentinos con muchísima atención, El Apache es sinónimo de juego brillante, golazos a granel y aficionados brincando de sus asientos para vitorear al ídolo, igual en Buenos Aires como en Sao Paulo... enorme proeza, considerando la acérrima rival entre las escuelas futbolísticas más poderosas del continente americano. Comparado con el mismísimo Ronaldinho, Carlinhos tiene muy poquito de desventaja: la misma velocidad, la misma habilidad, la misma técnica para pegarle al balón, tanto en movimiento como de tiro libre; el mismo desparpajo para jugar, sacando de la chistera trucos mágicos impensables, y sobre todo, la misma capacidad para echarse a la bolsa al gran público, a la masa de seguidores que no se rinden ante un crack por sus cualidades metrosexuales y mercadotécnicas sino por la generosidad con que entrega su talento a la causa del equipo de sus amores. Alegría para el pueblo, goles y fútbol para el club: igual que el Gaúcho, eso es Carlinhos Tévez.

Imagínense nada más esta situación: el Camp Nou lleno hasta la bandera, Ronaldinho en la banca, Robertinho en la grada y Tévez en la cancha, haciendo diabluras, desbordando por el flanco izquierdo, levantando los tendidos con sus gambetas, arrancando exclamaciones con sus pases, subiendo los decibeles al grito de gol. Terminado el juego, victoria del Barça, seguidores felices en todas partes del mundo, y reunión cumbre Laporta-El Hermanísimo en la cual el primero mira directamente a los ojos del segundo y mientras sonríe confiado, le espeta: "¿Y qué? ¿Ya se decidieron a aceptar mis condiciones?"

A que con Tévez en Can Barça, Ronaldinho se sale del gimnasio y derrama día tras día hasta la última gota de sudor sobre el césped del Miniestadi. A que después de una temporada gritando los goles de El Apache, admirando sus prodigios y gozando con su bailecito de cumbia a la par del banderín de córner, se nos cura ese pavor a que El Hermanísimo se lleve al Gaúcho a Milán, donde no hay playa, el clima es frío, las nubes tapan el sol 300 días al año y el equipo desdeña el talento por apoyarse en el vetusto catenaccio. Contra la coacción y el miedo, ¡que venga Tévez y a seguir gozando, culés!

Unas palabras de aliento para Eto'o

Todas las lesiones son inoportunas, pero para el Barça, las lesiones de Samuel Eto'o son un suplicio. Aunque otro tomará su lugar, sin duda la afición culé aragonesa, que no tuvo la oportunidad de verlo jugar en su tierra, lo lamenta tanto como yo. Tranquilo Samu, por hoy quedate preparando los huevos de Pascua en casa junto a tu hijo, y reponte pronto que te necesitamos al cien por ciento para jugar la próxima semana, en una nueva final de estas que nos conducirán al tricampeonato a partir del triunfo de hoy en Zaragoza.

¡Ánimo, El León! (Pero que no se repita...).

domingo, 1 de abril de 2007

¡Varapalo!



En el campo…
No, no es que en estas dos semanas de pausa me haya contagiado del madridismo y empezado a considerar que un marcador de 2-1 a favor de mi equipo equivale a una goleada. Ciertamente, la victoria de ayer del Barça sobre el Deportivo fue tan estrecha como el tanteador indica, pero fue una de esas victorias cuyos efectos trascienden el resultado del partido y más que tres puntos para el club blaugrana, producen efectos devastadores para los rivales (que a veces, más que rivales deportivos son auténticos enemigos mortales, capaces de cualquier porquería con tal de perjudicar al Barça).

Además, con el título me refiero también a la exhibición de rudeza de que hizo gala el alguna vez llamado Súper Depor, cuyo afán de luchar cada balón y de imponerse por físico en demasiadas ocasiones traspasó el umbral de lo decente hasta llegar a las patadas lesionadoras, y cómo no, aprovechando una nueva sesión de permisividad del señor del silbato. ¿Será la ausencia de barras bravas o ultras en el Camp Nou lo que envalentona a los árbitros españoles al punto de congraciarse con los leñadores de los equipos rivales, verlos atacar una y otra y otra vez no el balón, sino las rodillas, tobillos y tibias de los jugadores culés y quedarse tan campantes? ¿Quién dijo Villarato?

Apartando ese aspecto, que la verdad no sé por qué todavía me sorprende si está claro que en el Planeta Fútbol post- mundialista los que se enseñorean son los vapuleadores (uno de esos es Balón de Oro y FIFA World Player, “hay que joderse”), el partido estuvo entretenido, con dos equipos muy enfocados en hacer lo suyo, cada cual según su estilo. El Barça al ataque desde el mismo inicio, convencido de que el paso del tiempo sería aliado del cerrojo gallego; procurando volver a ser lo que fue. El Depor, apostando por aguantar la rayería, arrebatar el balón a pura fuerza y lanzarse al contragolpe contra un sistema defensivo blaugrana donde los despistes y el atarantamiento siguen estando a la orden del día. Al final ganó el local porque el Tridente Mágico de nuevo funcionó de maravilla, arropado por el monopolio del balón ejercido por los Enanitos Canteranos y el extraordinario despliegue de Edmilson, quien se fajó como los machos a todo lo largo y ancho del mediocampo y demostró que si no merece seguir en el Barça por su calidad futbolística, lo merece de sobra por su actitud cojonística.


Justo es decir que al Depor le falto poco, muy poquito para “traerse el gato al agua” (“joder”, ya estoy escribiendo como español...). Tuvo el empate en los pies del interesante novato Adrián López, quien pudo haberse hecho grande en medio de la enésima melé defensiva blaugrana de no haber sido porque el que será el arquero titular del Barça por al menos diez años más (acallando bocazas un partido sí y el otro también) le tapó el disparo a quemarropa. El Barça también tuvo ocasiones de aumentar la cuenta salvadas por el buen portero Aouate; sobre todo la que tuvo Ronaldinho. Pero a diferencia de otros partidos, en este me doy por satisfecho con el 2-1 y lo considero ajustado a la realidad del juego, pues el Barça se ganó la ventaja mínima por ser el que propuso el fútbol y la ofensiva, si bien falló en la misión de evitar que los gallegos hicieran cundir el pánico en sus escasas visitas al área culé.

Tres puntos más para el Barça, tres pasos más en dirección al título. ¿Y los rivales? Aún pueden seguir en la lucha, si ganan hoy, como ganó el Valencia ayer gracias a que Tamudo botó un gol cantado. Pero que difícil y angustiante debe ser para ellos ver que con todo lo que ha pasado en la temporada, con tanta bomba que ha explotado en Can Barça, con tanto tiempo de ausencia de El León y La Pulga y ni así consiguieron tumbar al blaugrana del podio, y por el contrario, ahora que cada triunfo y cada gol son tan contundentes como los ganchos al hígado en el último round, el Barça no hace sino mejorar partido tras partido. Lo sentimos chicos, que trofeos de campeón de Liga y de Copa del Rey sólo hay uno de cada uno y esta temporada ambos van a ir a parar al mismo anaquel… y no me refiero a uno en el Sánchez Pizjuán, sino al que ya tienen preparado en el Camp Nou, contiguo a la Orejona 2005-2006. ¡Visca el Barça campió!

Y en la mesa…
Terminado el juego, una imagen tan contundente como los goles de Messi y Eto’o. Laporta y Robertinho, abrazo y sonrisas, marca del pacto de continuidad del hermano del segundo en Can Barça al menos hasta el 2010, o sea, por todo lo que le resta de contrato.

¿Silenciará eso a los enemigos del Barça, a los que en medio de su desesperación y suplicio sin fin recurren a las estupideces para tratar de derribar al coloso que sigue su inexorable e inevitable marcha hacia la gloria del tercero, el cuarto, el quinto y quién sabe cuántos más títulos de Liga consecutivos, alternados con Orejonas, Copas del Rey, Mundiales de Clubes, Supercopas de toda clase y demás títulos por venir? Por supuesto que no. Está claro que les provoca el vómito ver al Gaucho haciendo ronaldinhadas en el campo, conectado con los insaciables Messi y Eto’o y secundado en su genialidad por un equipo donde sobra talento, y aún más ver que Robertinho entierra el hacha de guerra y desiste (por ahora) de buscar la sabrosa tajada que le puede deparar un traspaso desquiciadamente supermillonario de su hermano (en lo que no se diferencia de ningún otro “agente”, “manager”, “representante” y similar fauna del mundo; así que a callar los que se rasgan las vestiduras porque lo ven recorriendo despachos y preguntando cuánto pagarían por el Dinho, pues con eso está haciendo el trabajo para su pupilo y sobre todo, para sí mismo, como lo hacemos todos los seres humanos).

Pero los enemigos de la Institución que veneramos los culés son muchos y muy persistentes; y si no pueden seguir con la cantaleta del Milan (que sí pueden), ya encontrarán otra veta de mentiras e idioteces para tratar de conseguir fuera del campo lo que dentro no ha sido ni será posible: tumbar al Barça y encumbrar al equipo donde el Presidente se burla de los jugadores, los jugadores unos pactan no jugar con el técnico y otros lo mandan para la mierda en el entrenamiento, al técnico sólo le falta saludar con el brazo extendido hacia delante a los violentos de la gradería sur pues ya le hizo la peineta a los demás hinchas, y a los hinchas sólo les queda seguir viviendo de su ensueño de fichajes para escapar de la realidad cotidiana de pesadilla de ponerse de pie para aplaudir al rival o para agitar el pañuelo en el aire en contra del Presidente; en un verdadero círculo vicioso que no se rompió este año ni con 165 millones, ni se romperá el próximo con 100 millones ni con un pacto con Satanás, porque no es en el dinero donde está el problema y por lo tanto, no es en el dinero donde está la solución. Faltaría más que yo, el blogger blaugrana de Costa Rica, que me limpio el culo con "el espíritu de Juanito", intentara siquiera sugerir el remedio a los males del circo de Concha Espina. Por mí, que por muchos años sigan en lo mismo, en guerra civil a lo interno del club y en un mar de imbecilidades a nivel de su entorno mediático; que de este lado del río, del lado culé, con Los Siete Magníficos jugando y Laporta y Rijkaard trabajando, largas serán las temporadas de fútbol y títulos a raudales para gloria de la sagrada institución blaugrana.

¡VISCA BARÇA CAMPIÓ!


(Fotos: AP, El Periódico, Sport). Gracias Vito por la portada de Marca, je, je, je.