lunes, 16 de abril de 2007

De rebote, ¿y qué? Ganar es ganar

Si en el fútbol los tres puntos se repartieran según los méritos de cada equipo, en el Barça-Mallorca se debió haber dado uno a los rojillos por su estoicidad, otro a los blaugranas por su suerte del campeón, y el tercero debió restárseles a ambos por la escasa calidad futbolística que demostraron.

Es cierto, el juego fue más bien malo. El Barça no estuvo a la altura de su fama, y el Mallorca renunció a ganar después de tener su chance en el penal (por cierto, cada vez se ven y se oyen menos detractores de Víctor Valdés... qué curioso, si según ellos está entre los peores porteros del mundo). Yo tenía otras expectativas respecto al partido; pero creo que lo mejor es tirar la toalla con este equipo blaugrana y resignarnos a solamente ganar la Liga y esperar hasta setiembre para ver si regresa el fútbol de lujo a llenarnos los ojos y el corazón. No creo que en esta temporada podamos ver un partido mejor que el mejor que se ha jugado (aquel de la Champions frente a las jirafas del Werder Bremen, una de las cuales, Klose, bien podríamos ver de nuevo en el Camp Nou pero vestido de culé). También, debe ser pedir demasiado que suban muchos más goles al marcador por parte del Barça, que uno solo. ¡Qué va! Los olés deberán esperar, y las goleadas vivirán en nuestros sueños. Sobre todo con rivales como estos rojillos, apretujados todos alrededor de su portero los 90 carajos minutos...


No obstante, estoy convencido: Esta Liga la ganamos, aunque sea padeciendo un suplicio por lo demás justo y merecido después de tanto error, galactización y falta de trabajo en que ha caído el proyecto del Círculo Virtuoso. Lo que sí me quita el sueño es que del Vía Crucis perpetuo que ha sido esta temporada, los responsables de la buena marcha del equipo no vayan a aprender ninguna lección. De aquí al partido en Tarragona, sólo pido que ganemos, aunque sea bregando como cualquier equipo de fajadores y no de estrellas, y con puros rebotes de último minuto. Y después de ahí, que se haga la luz y en Can Barça puedan ver de nuevo el sendero correcto hacia la gloria, que de seguir en estas, en un año pasará como en la historia de Quevedo, El Sueño del Infierno, donde todos iban por el sabroso camino en un puro jolgorio, creyéndose felices, sin pensar nadie "para el Infierno vamos", y fue hasta estar ya en el mismo abismo que todos gritaron: "¡En el Infierno estamos!"...

Otro que se salva

Y de un sufrimiento a otro: Apenas concluido el Barça-Mallorca, cambié el canal y sintonicé la transmisión del juego que paraliza la Argentina: El superclásico Boca Juniors-River Plate.


Soy hincha fervoroso de River y aunque no tenía demasiada fe para este juego, a raíz de la bochornosa eliminación de mi equipo de la Copa Libertadores a manos de un triste equipo ¡de Venezuela! (más o menos como caer ante la Gramenet, para que me comprendan), me cayó como un par de baldes de agua fría el gol de Boca a los cincuenta segundos del partido. Tardé más yo en recuperar el aliento tras el gol de carambola blaugrana y reacomodarme en mi sillón, que en recibir una nueva bofetada futbolística. Como si no hubiera sido suficiente martirio, cayó el gol en contra y enseguida, largos, larguísimos minutos en que los xeneizes bailaron la danza del balón con los jugadores millonarios haciendo el papel de monigotes. Sólo las providenciales manos del arquero de River, Carrizo (tocayo del famoso Tarzán Carrizo, el mejor arquero argentino de todos los tiempos y cómo no, ídolo gallina), evitaron la hecatombe. Si se llegó al entretiempo con sólo ese gol de vestidor, el mérito lo tiene todo el joven cancerbero, quien debe tener su lugar asegurado entre los convocados para la próxima Copa América.


Por fortuna, River tiene mejor equipo que Boca y en el segundo tiempo, se apoderó del balón, sometiendo a su rival. A los pocos minutos de la reanudación el derrumbe futbolístico xeneize se tradujo en el empate, tras una gran jugada del flamante fichaje, Mauro Rosales. A partir de ahí River controló mejor las arremetidas del rival, hasta que éste se despertó de la siesta y se mandó al frente, dejando sin embargo grandes espacios en su defensa que no fueron aprovechados por causa de la precipitación y mala puntería del otro delantero, Marco Ruben.


Al final, empate y del lado gallina, la sensación de que se pudo haber ganado, después de un primer tiempo comiéndonos las uñas y sobreviviendo al bombardeo. Y para mí, la continuidad de mi racha personal: Nunca he visto a River perder en los 90 minutos ante el archirrival. Tampoco es que he visto mucho: A pesar de ser hincha millonario desde que este equipo visitara mi país en 1987, la cortina de hierro de los derechos de televisión me impidió ver ni un solo Superclásico hasta el partido de vuelta de la eliminatoria de Copa Libertadores de hace unos años (terminó en empate y se definió en penales, donde pasó Boca), y luego de ese, todos los cuatro últimos: el 3-1 del Apertura en el Monumental, los dos triunfos en torneos de verano (pretemporada; el segundo de ellos, por penales y con River jugando con 9 casi todo el segundo tiempo), y el de ayer. Si es que soy el amuleto de mi River Plate, prometo hacer todo lo humanamente posible para no perderme ningún partido más; y a ver si mejoramos y salimos de nuestra travesía por el desierto (casi cuatro años sin títulos)...

Turienzo Álvarez, o la emancipación de un árbitro

Tienen razón en la Casa Blanca para tanto cacareo alrededor del arbitraje de su partido del sábado en Santander. Al igual que los dirigentes, jugadores, técnicos, aficionados y pseudo-periodistas merenguitos, yo mismo hubiera esperado cualquier cosa de ese partido menos que el árbitro hiciera trizas esa ley no escrita del fútbol español según la cual, cada vez que el Madrid necesite el socorro de los señores del silbato para mantenerse en carrera por el título, habrá de recibirlo generosamente, sin importar el rival ni el estadio en que se deba cometer el crimen.

Según semejante ley, el destino del Racing de Santander el sábado tenía que ser el de cualquier otro equipo en España. Dos cosas tenían en mente los jugadores merenguitos al saltar al campo, y de ambas estaban completamente seguros: la primera, que si ganaban amanecían el domingo líderes; y la segunda, que el trío arbitral deseaba su triunfo tanto como ellos. ¿Cómo iban a saber que a la hora buena, el que suponían su ayudante se iba a volver en su contra?


En realidad, ese volverse en su contra significa que Turienzo Álvarez se rebeló contra ese convencionalismo de su gremio y, colocándose los testículos en su lugar, señaló las claras faltas de Diarra y Cannavaro según lo que indica el reglamento. Tienen razón en Madrid para estar espantados: más de diez años enteros pasaron para que un árbitro tuviera los huevos de pitarles dos penales en un mismo partido; pero lo que los indigna es que haya sucedido en la época en que más acostumbrados están a que los silbadores no los desamparen, en la recta final de la Liga y con la urgencia de no despegarse de quienes ostentan el liderato. Yo mismo contaba con que sucediera como en Vigo, con dos penalazos y dos veces que el silbante miró para el otro lado, y como en el Camp Nou, cuando Diarra descargó toda la masa de su espalda sobre Ronaldinho y el infame Undiano Mallenco ¡pitó saque de puerta! Por eso, estoy de acuerdo con que los merenguitos lloren todo lo que quieran. Está bien sentirse mal cuando a uno lo traicionan. Pero yo que ellos, me despreocuparía: podemos dar por un hecho que el próximo fin de semana, ante el desdichado Valencia, el payaso de turno vengará esta afrenta...

(Fotos: El Periódico de Catalunya, La Nación de Argentina).

5 comentarios:

Antonio dijo...

De acuerdo contigo en todo, pero sobre todo en dos cosas. 1) No vamos a ver demasiado fútbol por parte del Barça de aquí a final de campaña, pero ganar la Liga es una obligación, así que ya verán cómo lo hacen, pero a mí me tienen que traer el titulo, jejeje. 2) Que se prepare el Valencia... Saludos.

Marco dijo...

Amigo vaya tu link en mi pagina.
Nos contactamos.
Viva el futbol.

Caligula.

varo140 dijo...

El Barcelona esta en una situacion delicada,y la diferencia entre la gloria y el fracaso es ganar o no la liga.Desde luego es el favorito.

Cristian Pulina dijo...

Pues si...en su dia me dio asco el barça y aun tengo cierto cabreo...pero ahora mismo veo la clasificación y la cosa ya cambia...pues si el valencia pincha...y sobretodo si empatan en el bernabeu,y nosotros conseguimos ganar al villarreal...el paso para ganar esta liga,sería de autentico gigante...aunque la veo verdaderamente complicada...

Jose Luis Rodríguez Beltrán dijo...

El Barça tuvo mucha suerte ante Mallorca, la suerte del campeón. Se ganó in extremis, y ahora se saca 4 puntos de diferencia respecto sevilla, cino al Madrid y seis al valencia. Perfecto. POr cierto, has visto el gol de Messi, me imagino que sí, es una delicatesen del futbol, el nuevo Messias. Saludos cordiales r.i.p